El último trimestre de 2017 completó un año espectacular de apuesta por el riesgo: los índices bursátiles globales S&P 500 y MSCI de los Estados Unidos registraron ganancias mensuales cada mes del año, con ambos aportando alrededor del 20% de rentabilidad ex-dividendos en el año.
La fortaleza de los activos de los mercados emergentes (EM, por sus siglas en inglés) impulsaron al índice MSCI EM un 34,3% en términos de dólares, ya que el billete verde estuvo neutral a débil en el año en equilibrio. El apetito por el riesgo y un dólar estadounidense débil a menudo son dos caras de la misma moneda, y la pregunta principal es en qué dirección se encuentra la causalidad. Además, el impulso al flujo de inversión en activos de riesgo fue alimentado por un ritmo récord de compras de activos por parte de los bancos centrales, liderados por el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés), y no menos importante, el de China antes de su XIX Congreso del Partido en octubre.
En el mercado de divisas, la acción durante el cuarto trimestre se redujo cada vez más a medida que disminuyó la volatilidad entre las distintas clases de activos. La clave del año fue la fortaleza del euro (EUR), que se tomó un respiro cuando el BCE puso una nota pesimista en sus perspectivas de política monetaria.
Tal vez lo más interesante que sucedió en el mercado de monedas en el cuarto trimestre fueron historias aisladas pero atractivas, como la recuperación del rand sudafricano (ZAR), dentro del grupo de las monedas "G10 pequeñas". Las dos divisas escandinavas (corona sueca, SEK y corona noruega, NOK) y los tres dólares pequeños (el australiano o AUD, el canadiense o CAD y el neozelandés o NZD) comenzaron el trimestre con debilidad pero tocaron fondo y luego se recuperaron gradualmente hasta principios de 2018.
Los impulsores principales de estas divisas fueron el telón de fondo de la anunciada "alza global sincronizada", una recuperación de los precios de las materias primas y la idea de que la convergencia de las políticas de los bancos centrales debería ser favorable para la mayoría de las monedas frente al dólar de los Estados Unidos, incluso si el BCE colea.
Esto nos lleva al primer trimestre de 2018. Después de la apuesta por el riesgo del año pasado y un espectacular comienzo de año en los mercados, muchos se preguntan qué puede detener la apuesta por el riesgo y provocar un pinchazo de la "burbuja total".
Mirando hacia el futuro, vemos claros ”indicios conocidos" que muy probablemente interrumpan la complacencia de 2017 en algún momento de 2018, ya sea en el primer trimestre o en la segunda mitad del año. A esto hay que sumarle una cantidad de "incógnitas conocidas" fácilmente identificables, o comodines para el próximo año, y 2018 debería ser un año mucho más volátil y dinámico que 2017.
Los factores más destacados que podrían desafiar esta idea a lo largo de 2018 son los siguientes:
Inflación: La subida de precios fue extremadamente benigna en el cuarto trimestre y ayudó a impulsar la apuesta por el riesgo, incluso cuando los bancos centrales de todo el mundo mostraron signos de cambiar su política a neutral. Pero una serie de indicadores de inflación líderes (por ejemplo, los precios del ISM de los EE.UU. y el indicador de inflación subyacente de la Reserva Federal de Nueva York) advierten del riesgo de un fuerte repunte de la inflación ya en la primera mitad de 2018.
La pregunta será el grado en que la inflación recoge esto para que los bancos centrales sientan que están repentinamente detrás de la curva. Si el repunte de la inflación es moderado en este primer trimestre y el mercado simplemente mejora levemente el camino anticipado para muchos bancos centrales, podríamos extender la tendencia de 2017 una cuarta parte o más en el nuevo año, con un fuerte repunte de las materias primas, las monedas emergentes y un dólar estadounidense débil. Pero si la inflación se acelera bruscamente en el territorio de los Estados Unidos, donde la evidencia de este riesgo en los principales indicadores de inflación es más clara, el extremo largo de la curva de rendimiento de ese país comienza a elevarse de manera más agresiva mientras que las expectativas de la Fed también lo hacen (se descuentan cuatro o más subidas de tasas este año), esto debería impulsar la volatilidad de los activos globales en general. Tal aumento puede no respaldar particularmente al dólar estadounidense, pero podría ser menos favorable para el apetito por el riesgo y las monedas que son sensibles al riesgo, y el yen japonés (JPY) probablemente sería el gran beneficiario de este entorno.
Situación fiscal de los Estados Unidos: El déficit presupuestario de los EE.UU. aumentó en 2017 por segundo año consecutivo y debería ampliarse de manera agresiva en 2018 como resultado de los déficits de financiación derivados de la reforma fiscal acelerada del presidente Donald Trump. Con un posible déficit de 1 billón de dólares para este año 2018, ¿quién intervendrá para financiar cuando las reservas mundiales de divisas no estén creciendo como lo han hecho en el pasado? Este es el factor negativo más evidente para el dólar para el próximo año.
Cambio en la política del Banco de Japón (BoJ): La entidad monetaria japonesa ha estado entonando la melodía de "no hay cambio en la política", pero ha estado caminando por el camino de un banco que está endureciendo su política. Es probable que el endurecimiento sea, hasta ahora, simplemente una función de la política de control de la curva de rendimiento (YCC, por sus siglas en inglés) que requiere menos compras para mantener los rendimientos de los bonos del gobierno japonés donde se los necesita.
Pero si los rendimientos mundiales van en aumento, es probable que el BoJ tenga que parpadear, especialmente teniendo en cuenta la fortaleza subyacente de la economía japonesa. En particular, un cambio en el "límite" de rendimiento a 10 años de la política del YCC podría hacer que el mercado descuente agresivamente un cambio de política por parte del BoJ, al igual que la fortaleza del euro fue impulsada por el cambio de perspectivas del BCE, pues se considera que la flexibilización cuantitativa en la Unión Europea (UE) está llegando a su fin.
Además de estos eventos, también hay una serie de incógnitas conocidas:
Confrontación comercial entre China y los Estados Unidos: Mucho se ha hablado sobre que el astuto presidente estadounidense se volverá contra China en 2018 y que no está satisfecho con la falta de avances significativos en las relaciones comerciales hasta el momento, dado su lema "América primero". Qué forma y qué gravedad tomará, se desconoce, pero uno se pregunta si la noticia de Bloomberg (más tarde declarada falsa por las autoridades chinas) citando a funcionarios que comentaban una pérdida del apetito chino por los bonos del Tesoro de los Estados Unidos por cuestiones de valoración y comercio fue un avance. China se mantiene a la espera de que Trump inicie relaciones hostiles comerciales este año. Cualquier enfrentamiento político de los Estados Unidos y China vería una caída masiva del apetito por el riesgo, aceleraría los esfuerzos de desdolarización del gigante asiático y podría sacudir los cimientos de las finanzas globales, dada la extrema complacencia y la incapacidad de este mercado para absorber las malas noticias.
El grado de ralentización del crecimiento: Varias encuestas de actividad alcanzaron máximos históricos o récord en el cuarto trimestre, desde los PMI de la zona euro hasta la encuesta de fabricación ISM estadounidense, y también se dio un aumento significativo en las encuestas de actividad de China. Pero nuestras medidas de impulso de crédito están colapsando, y las leyes de reversión a la media, particularmente la capacidad de los datos para continuar sorprendiendo al alza, sugieren que el impulso decaerá en este primer trimestre, incluso si es demasiado pronto para comenzar a levantar la voz de alarma. Es probable que Estados Unidos golpee primero, y esto podría impulsar la debilidad del dólar y la convergencia de políticas de los bancos centrales.
Los problemas geopolíticos: El año pasado, el mercado navegó contra la tempestad geopolítica sin mayor preocupación. Predecir eventos mundiales no es nuestro cometido, pero la gran cantidad y el posible impacto de posibles brotes de incertidumbre geopolítica exigen una postura cautelosa en 2018. Una breve lista incluye la política comercial de los EE.UU., las relaciones de Occidente con Rusia, el futuro de Siria y la división Irán/Arabia Saudita, Corea del Norte y Venezuela. Es un menú completo, y una explosión significativa en cualquiera de los puntos podría hacer descarrilar rápidamente a los mercados en varias direcciones (exceso de petróleo para algunos, riesgo generalizado para otros, o ambos).
La libra esterlina (GBP) y el Brexit: Una importante fuente potencial de volatilidad -aunque posiblemente sea más probable en el segundo trimestre- sería un colapso en las negociaciones del Brexit que obligue a convocar nuevas elecciones en el Reino Unido y a que los partidos políticos británicos se replanteen lo que quieren, lo que probablemente demuestre que "el Brexit es difícil", y eso vale especialmente para el laborista Jeremy Corbyn. Si bien es incierto que esto pudiera llevar a un segundo referéndum, podría desencadenar un fuerte repunte de la libra esterlina ante la esperanza de que el Reino Unido regrese al viejo status quo, despejando las preocupaciones sobre el futuro del sector financiero del Reino Unido, revitalizando la inversión empresarial y la vuelta de fuertes flujos de capital a territorio británico.
2018: Un año movido
El corriente debería ser un año movido con muchas historias. Nos suscita mucha incertidumbre cuándo los eventos de riesgo se reducirán y moverán los mercados, pero muchos de ellos deberían tener lugar en el primer trimestre.
Breves brotes de fortaleza del dólar pueden llegar con fuertes sorpresas inflacionarias en los Estados Unidos que vean que la senda de alza de tasas de la Fed se mejoró significativamente a principios de 2018. Pero vemos un billete verde más débil hasta final de año, particularmente frente al yen japonés, pero también frente al euro y la libra esterlina.
Los mercados emergentes y las monedas de mayor riesgo podrían beneficiarse de un mayor impulso de la expansión global, pero se generarán contratiempos si la volatilidad aumenta notablemente, lo cual es una de nuestras suposiciones básicas.
La única vía que percibimos para que el dólar se fortalezca es si se desarrolla algún tipo de crisis real de liquidez en algún momento, el perenne riesgo de cola. Ese riesgo solo se materializará si vemos que el muy discutido riesgo de caída del mercado global se sucede primero.Post Original