El Banco Central Europeo (BCE) dejó sin cambios el jueves su política monetaria, tal como se esperaba, pero mantuvo la puerta abierta a incrementar sus estímulos ya que la economía de la zona euro sigue sufriendo el impacto de una desaceleración global.
En momentos en que el crecimiento económico se mantiene apenas en territorio positivo y la inflación se ubica en menos de la mitad de su meta, el BCE lanzó un nuevo paquete de estímulo el mes pasado, recortando la tasa de depósitos bancarios a -0,50% y reanudando un esquema de compras de bonos.
En la última reunión del BCE con Mario Draghi al frente de la entidad, las autoridades monetarias posiblemente reafirmarán el plan de estímulos, bajo el argumento de que los débiles datos de septiembre justifican las medidas adicionales, a pesar de la fuerte oposición de funcionarios más conservadores del BCE.
Christine Lagarde llegará a dirigir el banco central a partir del 1 de noviembre y es posible que la política monetaria se mantenga en una suerte de piloto automático en los meses venideros para darle espacio a lanzar una revisión de los esquemas estructurales del organismo, tal como prometió.
“El Consejo de Gobierno espera que las tasas de interés clave del BCE permanezcan en sus niveles bajos actuales hasta ver que el panorama de inflación converja sólidamente hacia un nivel cercano o levemente por debajo del 2%”, declaró el BCE.