La semana pasada comentamos que uno de los principales eventos de la semana sería el anuncio de la meta de crecimiento de China. En agosto pasado las dudas sobre su crecimiento económico, así como la devaluación del yuan, generó replicas sobre todos los mercados bursátiles del mundo.
La información sobre el pronóstico de crecimiento fue emitida el sábado pasado en la Asamblea Nacional por parte del primer ministro, Li Keqiang, ante casi 3.000 miembros del partido comunista chino, donde no solo se da el número, sino los pasos para lograrlo.
De esta forma, las autoridades establecieron su meta en el rango del 6,5% al 7%, por lo que el crecimiento puede ser inferior al 6,9% al que creció el gigante asiático en 2015. Para lograr ese objetivo, el primer ministro dijo que tendrán que utilizar medidas monetarias y fiscales, sin anunciar un programa de estímulo.
Hay dos factores importantes del anuncio: por una parte el rango seleccionado y, por otra, la forma de alcanzarlo. En cuanto al número, el problema de que el ajuste no sea tan grande, es que va a mantener viva la especulación de algunos participantes del mercado sobre la manipulación de las estadísticas, de lo que ha sido acusado el país en varias ocasiones.
Por otro lado, y en cuanto a los medios para alcanzarlo, se aprecia cómo las autoridades van a postergar algunas reformas y anuncian una combinación entre aumento en el crédito y mayor déficit fiscal. No obstante, mucho de dicho incremento en el déficit no es por más gasto, sino por menos impuestos, al estimar una reducción en la carga tributaria para este año. Lo anterior es consistente con un plan por incentivar el consumo.
En general, los mercados no mostraron una reacción importante al anuncio, aunque algunos metales sí se vieron beneficiados; el precio del hierro, por ejemplo, subió un 19%, lo que favoreció a muchas acciones de empresas mineras que han estado bajo presión, precisamente, por la menor demanda china.
En resumen, otros anuncios hechos por Keqiang, muestran cómo las autoridades mantienen su ajuste hacia una economía basada en consumo, aunque están dispuestas a intervenir y desviarse ligeramente de ese camino para reducir las volatilidades de corto plazo.