Como lo he venido comentado en reiterados artículos anteriores, el empleo en EE.UU. sigue siendo un importante driver económico que, por cierto, apoya o al menos da un impulso adicional a las perspectivas de una reelección del presidente Donald Trump.
En el reporte en enero, la creación de puestos de trabajo literalmente rugió, provocando entre otras cosas una importante recuperación en los salarios.
Esto obviamente repara la incertidumbre económica que, a ratos, se vio incrementada durante 2019 por los posibles efectos de la guerra comercial.
En resumen, las nóminas aumentaron en 225,000 después de dato revisado al alza de 147,000 en diciembre. Informe que según el Departamento de Trabajo superó las estimaciones de los economistas. La tasa de desempleo subió levemente hasta el 3.6%, pero aún cerca de un mínimo de medio siglo, lo que mantiene la tesis de que más estadounidenses siguen ingresando a la fuerza laboral.
Otro factor de relevancia es que las ganancias promedio por hora trabajada subieron un 3.1% respecto al año anterior y se experimentó un aumento en la tasa de participación (proporción de personas en edad laboral en la fuerza laboral) a un máximo de más de seis años en el 63.4%.
Entre los 25 a 54 años, la proporción es la más alta desde 2008 y la relación empleo-población se encuentra en un máximo de 11 años.
Estas cifras tienen efectos a considerar, sobre todo en época de campaña.
Por una parte respaldan la promesa de Donald Trump de un crecimiento económico sostenido y un mercado laboral "en auge" y por otra, vemos que la ansiedad en los Demócratas ha venido en aumento, debido a que ha quedado en evidencia que gran parte de lo que proyectaron bajo un mandato del rubio y bronceado líder americano no se ha cumplido, es más ha ocurrido exactamente lo contrario.
Entrando en la recta final de la campaña presidencial, una resolución del caso Boeing (NYSE:BA) y Corona Virus podrían estimular el crecimiento justo antes de que los votantes se dirijan a las urnas en noviembre, de hecho el presente económico, laboral y bursátil de EE.UU. ha ayudado a elevar las estimaciones de los estadounidenses sobre sus finanzas personales, disparándolas a máximos históricos.
Según una encuesta de Gallup, casi 6 de 10 estadounidenses dicen que están mejor ahora que hace un año y el 74% dijo que estarán aún mejor el próximo año.
A pesar de las buenas perspectivas de largo plazo que tengo sobre EE.UU., el vértigo a las alturas con un SP500 sobre 3.300 puntos me hace sugerir prudencia y cautela. Creo que Trump pronto podría ser víctima de su propio éxito, un éxito que cada vez resta más argumentos para que la Reserva Federal (FED) inicie un nuevo proceso de reducción de tasas. El avance en los salarios y los aumentos en la tasa de participación en algún punto de 2020 podrían hacer despertar a la inflación.
Este fenómeno es considerado el impuesto más regresivo de todos y en términos generales podría provocar una instabilidad emocional en Trump que lo lleve aprisionar indebidamente a la FED al ver como bajo este escenario, su reforma tributaria perdería impulso.
La divergencia de posturas sobre las tasas de interés entre Trump y Jerome Powell, presidente de la FED, sin duda traerá nuevos roces entre ambos personajes. Una pérdida de credibilidad de esta institución, ya sea por ceder a presiones políticas o por un reemplazo de su presidente, sería un duro golpe a las perspectivas del mercado y la estabilidad a la que nos hemos estado acostumbrando.
Saludos,
Felipe Posada.
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