Es innegable que las elecciones en Estados Unidos siempre tienen consecuencias de gran alcance, y en este caso, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca como el 47º presidente promete un cambio decisivo en el equilibrio político. Las marcadas diferencias entre el presidente electo republicano y la administración Biden auguran transformaciones notables en el comercio, los impuestos y en muchas otras áreas bajo la influencia del gobierno federal. Este escenario resulta aún más significativo con la recuperación del Senado por parte de los republicanos, mientras que, al momento de redactar este texto, el control de la Cámara de Representantes permanece en suspenso.
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El gran desafío para la nueva administración será, sin duda, el déficit federal, un tema que ambos candidatos evitaron en campaña pero que no podrá ser ignorado por mucho tiempo. El déficit presupuestario de Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes, superando ampliamente las cifras anteriores a la pandemia. Para el año fiscal 2024, el saldo negativo se sitúa en 1,832 billones de dólares, una cifra notablemente superior al déficit de 3,132 billones de dólares registrado en el punto álgido de la pandemia en 2020. Las previsiones fiscales sugieren, además, que el déficit continuará en aumento durante los próximos años, a menos que se implementen reformas políticas de gran calado.
Un factor clave para las proyecciones presupuestarias es la respuesta del gobierno ante la expiración de los recortes fiscales aprobados durante la primera administración de Trump, programada para 2025. La Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA, por sus siglas en inglés) llegará a su fin el 31 de diciembre de 2025. Extender estos recortes añadiría 4,6 billones de dólares al déficit en la próxima década, según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Los aranceles a las importaciones representan otro ámbito con profundas repercusiones para la economía. Trump ha anunciado su intención de aplicar aranceles generalizados de entre el 10% y el 20%, además de establecer un gravamen del 60% sobre todos los productos de origen chino. A esto hay que añadir que el presidento electo prevé deportar a millones de inmigrantes, quienes actualmente desempeñan trabajos que, sin su presencia, podrían quedar sin cubrir.
La combinación de una drástica reducción de la mano de obra y un aumento de los aranceles sobre los bienes importados parece ser una receta para una inflación más elevada. Según Adam Posen, del Peterson Institute for International Economics, "por lo general, si se restringe la mano de obra inmigrante, se recurre a la importación de productos. Y si se limitan los productos del exterior, se busca mano de obra inmigrante. Si ambos se recortan, es casi seguro que se generará inflación, si no estancamiento económico".
El mercado de bonos parece estar evaluando estos riesgos: los recortes fiscales que intensifican los déficits y la inflación más elevada provocada por las deportaciones masivas y el considerable incremento de los aranceles.
"Debemos estar atentos a lo que ocurra con los rendimientos de los bonos, y podría haber un punto de inflexión si los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. continúan subiendo", señala Seema Shah, analista jefe global de Principal Asset Management. "Los especilistas en deuda ya están alerta".
Los optimistas sostienen que las sombrías advertencias son exageradas. Así como los pronósticos apocalípticos tras la primera victoria electoral de Trump en 2016 resultaron erróneos, también se considera que las actuales perspectivas pesimistas terminarán siendo infundadas.
"No estamos solamente ante una victoria presidencial para Trump, sinitambién una probable victoria para los republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado. Si eso sucede, la economía estadounidense podrá relanzarse", señala Mark Mobius, presidente del Mobius Emerging Opportunities Fund, en una entrevista con CNBC antes de conocer el resultado final de la votación.
A juzgar por ciertos datos, ni siquiera una victoria absoluta de los republicanos en el Congreso le otorgaría carta blanca a Trump. Un ejemplo de ello es su propuesta de excluir las prestaciones de la Seguridad Social de la tributación, una medida que incrementaría considerablemente el déficit al reducir los ingresos fiscales.
"Un Congreso republicano no hará todo lo posible por eximir de impuestos las prestaciones de la Seguridad Social o el pago de horas extraordinarias, ni por los méritos de esas propuestas ni por su coste, predice Don Schneider (EPA:SCHN), ex asesor republicano del Congreso que actualmente trabaja en Piper Sandler. "Simplemente, no hay los votos suficientes para hacerlo", añade.
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