Un poco de diversidad no le cae mal a nadie. Lo mismo aplica a las inversiones. Diversificar nuestro capital entre varias clases de activos financieros, inclusive, en diferentes geografías, es una forma de reducir el riesgo. Por ejemplo: una forma de gestionar los riesgos de invertir en el mercado accionario local, es invertir también en los mercados internacionales.
Encontrar el equilibrio perfecto entre el rendimiento y el riesgo es crucial cuando hablamos de diversificación. De esa forma, los inversionistas pueden combinar estrategias que impliquen activos líquidos con activos de mayor rendimiento, como bienes raíces combinados con inversiones a deuda de corto plazo, como los bonos y Cetes.
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