Cuando comenzamos esta serie de artículos sobre gestión emocional en el trading, lo hicimos hablando de la importancia del autoconocimiento (puedes leer ese artículo PULSANDO AQUÍ). Hoy vamos a ahondar más sobre el tema y para ello vamos a hablar sobre los impulsores de la personalidad que forman parte de la teoría del análisis transaccional.
TEORÍA DEL ANÁLISIS TRANSACCIONAL
Esta teoría fue propuesta por Eric Berne (1910-1970), psiquiatra canadiense. Lo que Berne trata de explicar a través de esta teoría es nada menos que el comportamiento humano, a la par de ser una psicoterapia para el conocimiento y el cambio personal. A grandes rasgos, pues no es la intención desgranar la teoría, diremos que lo que Berne estableció fue una unidad de relación social que llamo transacción y decía: “Si dos personas se encuentran la una a la otra...tarde o temprano una de las dos hablará, dará alguna indicación o mostrará agradecimiento por su presencia. Esto se conoce como estímulo de transacción.
La otra persona entonces dirá o hará algo que esté relacionado con el estímulo, y eso se llama respuesta transaccional”. A través del estudio de estas transacciones es como el doctor Berne trataba a sus pacientes, dividiendo los estados del ego en tres: padre, adulto y niño. Nosotros vamos a tomar una parte de esta teoría que es la de los impulsores de la personalidad y que fue introducida por T. Kahler y H. Capers. Con ellos se explica la fuerza que tienen las creencias en nuestros pensamientos, en la forma en la que nos comportamos y por qué nos relacionamos de la forma en la que lo hacemos con el resto del mundo.
COMPRENDER EL ORIGEN DE NUESTRO COMPORTAMIENTO (impulsores)
Según Berne, nuestros patrones conductuales y relacionales se originaron en nuestra infancia como un mecanismo de adaptación y de supervivencia. Como ya hemos dicho, los seis impulsores del comportamiento fueron propuestos por Tabai Kahler y Hegdes Capers y se integran dentro de la teoría de Berne. Son los siguientes:
Sé perfecto: Cuando se exige la perfección a lo largo de la infancia, cuando no se tolera el fracaso y no se valora el esfuerzo, probablemente el adulto tenderá hacia un perfeccionismo obsesivo. Si este es tu caso, seguro que estás estresado y te muestras intransigente tanto contigo mismo como con los demás. En resumen, eres un eterno insatisfecho. ¿Qué miedo está vinculado a este impulsor? El de no ser aceptado en la sociedad ni querido por el resto si no resultamos perfectos.
Esto trasladado a nuestra profesión, al trading, se puede traducir en una búsqueda constante del sistema perfecto, cosa que no existe. Todo sistema arrojará un porcentaje determinado de operaciones negativas. Aprenda de sus errores.
Sé fuerte: Este impulsor refleja una educación estricta en la que las emociones y los sentimientos no siempre tienen cabida. Se privilegia la individualidad y buscar ayuda se considera una señal de debilidad. En términos generales, una persona afectada por este mensaje es disciplinada y exhibe frialdad ante las emociones de los demás. Su miedo es mostrar las suyas, y tenderá a evitar las situaciones en las que corra algún riesgo, es decir, aquellas que la obliguen a enfrentarse a sus emociones y, por lo tanto, a exponer sus puntos débiles. En el trading no se puede huir de las emociones, hay que reconocerlas, gestionarlas y apoyarnos en otros para superarlas no nos hace ser débiles.
Date prisa: “¡Rápido, hijo, que vamos a llegar tarde!”. Desde nuestra infancia, debemos darnos prisa para ir a la escuela, para bañarnos, para comer, etc. Si este es tu impulsor principal, a menudo llegas tarde, no dejas de correr por todas partes y tu agenda está a rebosar. De manera inconsciente, buscas el estrés del tiempo que se escapa para rendir. Probablemente creas que cuanto más ocupado estás, más eficaz eres. Pero, cuidado, corres el riesgo de que el cansancio te gane la partida y la angustia puede aparecer cuando vuelva la calma. El trading es demasiado estresante de por sí como para caer, además, en comportamientos de este tipo.
Complace: Este impulsor afecta al niño que ha aprendido a golpe de «Acábate el plato para hacer feliz a mamá» que, para que lo valoren, tiene que complacer al adulto. Cuando ese mismo niño llega a la edad adulta, dará prioridad al placer y a las necesidades de los demás por encima de las suyas. Se sentirá vivo cuando ayuda; entonces, le resultará difícil negarse a algo. El individuo que sigue este esquema solo tiene un miedo: que ya no lo aprecien si no hace lo que le piden. Si te ves reflejado en esta idea, asegúrate de que no te están explotando. Debemos hacer trading por nosotros mismos y no de cara a la galería. A nadie le importan nuestros resultados, buenos o malos, somos nosotros los primeros y últimos responsables de los mismos.
Esfuérzate: Con este tipo de mensajes, la vida se nos presenta como una lucha permanente. Con este impulsor, el niño recibe la información de que lo importante son los esfuerzos realizados, no el resultado en sí. El miedo surge cuando ya no se debe trabajar más o cuando los demás no hacen los esfuerzos que uno considera suficientes. Este miedo puede convertirse en miedo al fracaso e, incluso, al éxito ya que una vez alcanzado, teóricamente, no tenemos motivación para continuar esforzándonos. Este impulsor puede llevarnos a autosabotear nuestro trabajo. Tenga bien presente que por muy rentable que sea el trabajo de un trader es seguir investigando y aprendiendo de los mercados. Es una profesión de automejora continua, así que no cabe dejar de remar, pues el día que para de hacerlo se hundirá.
Precaución: Este impulsor es el que se encuentra en la génesis de una persona miedosa y desconfiada. Se tiene preocupaciones excesivas y creen que el peligro les rodea allá donde van. Cualquier problema o fallo puede desbordarles. Creen que todo el mundo se quiere aprovechar de ellos. Todo este conjunto de aprensiones los hace indecisos y reacios a actuar. Esta es una actitud muy contraproducente en el trading. Debemos actuar con seguridad y confianza en nuestro sistema.
Ahora que conoce cuales son los impulsores reflexione sobre la posibilidad de que alguno de ellos esté actuando en contra de sus intereses. Recuerde que estos impulsores no son necesariamente negativos, de hecho, todos nos regimos por alguno o varios de ellos. Se vuelven nocivos cuando condicionan nuestra vida. Cuando se actúa de forma flexible a petición de nuestro “yo adulto” se considera una actitud normal e incluso útil para nuestras relaciones con el mundo.
Retomaremos estos artículos pasadas las fiestas de navidad y fin de año.