En el Programa Macroeconómico 2017-2018, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) identificó los posibles riesgos internos que podrían afectar la economía, donde dos de estos se relacionan con lo que en Aldesa determinamos como el principal desafío de la economía costarricense en el 2017 y tiene que ver con el alto déficit fiscal.
Por ello, el Central tiene entre los posibles eventos adversos, un deterioro fiscal mayor al previsto y que no se aprueben reformas tributarias para incrementar los ingresos del Gobierno. Con el primer evento, consideramos que el margen de acción es cada vez más estrecho, pero aún es posible manejarlo. Con el segundo, ciertamente es difícil que se den reformas tributarias importantes, lo cual complica el escenario fiscal.
Durante el 2016 el Gobierno realizó esfuerzos y logró reducir el déficit como porcentaje del PIB, pasando del 5.7% de 2015 al 4.7% del 2016. En sus estimaciones, el BCCR considera que el déficit se incrementaría hasta el 5.6% en 2016 y 2017, lo cual sería inclusive menor a la cifra del 2015.
Durante este año, es posible que el ente monetario y el Gobierno continúen trabajando de forma conjunta para refinanciar los vencimientos de deuda a través de los canjes, donde la estrategia de recomponer la deuda por vencimientos de mayor plazo sin afectar los niveles de tasas ha sido efectiva hasta el momento.
Aún en medio de la expectativa de mayores tasas de interés en Estados Unidos, también se espera una reducción en el crecimiento del crédito en el país, que pasaría del 11.7% del 2016 al 7.9% para este año, de forma que esto reduciría la presión por recursos de los intermediarios financieros y, con ello, sobre las tasas de interés. De igual forma, es posible que canales de financiamiento como Tesoro Directo tengan una mayor profundidad y esto facilite el proceso de financiamiento.
El control del gasto y la mayor recaudación también deberían continuar, de manera que el control sobre el déficit podría seguir, aunque efectivamente los niveles de endeudamiento continúen altos. Con esto, no prevemos un deterioro fiscal mayor al esperado y este riesgo no se materializaría.
Lo que si es altamente posible que no ocurra es la reforma tributaria, especialmente en medio de un año electoral y el entrabamiento legislativo que implican estos temas, aunque podrían seguir reformas parciales, como las realizadas hasta ahora, que en caso de lograr reducciones del gasto mejorarían la perspectiva sobre el deterioro fiscal.
Con lo anterior, la programación del Banco Central no tendría sobresaltos y más bien podría haber resultados menos negativos a los esperados en materia fiscal, a pesar de que continúa el problema estructural de la creciente deuda pública, lo que sigue dando espacio para otras reformas.