Para que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) materialice su Cuarta Transformación, sin duda tendrá que dar un verdadero vuelvo a las políticas de infraestructura. Veamos en qué estado deja las infraestructuras la actual administración de Enrique Peña Nieto y los retos que tendrá que afrontar el gobierno de AMLO.
Respeto del primer asunto cabe decir que el desempeño de la actual administración deja muchos vacíos. Tuvo aciertos, es verdad. Pero también muchos ámbitos negativos. La caída del precio del petróleo y el fuerte ajuste presupuestario que tuvo que afrontar la administración sin duda socavó los esfuerzos por mejorar y ampliar las dotaciones de capital físico del país.
Dentro de los avances importantes de la administración de Peña Nieto podemos señalar el mantenimiento y construcción de cerca de 80 carreteras y 50 autopistas. También hubo avances en puertos: la empresa Maersk (CO:MAERSKa) Sealand hizo una inversión de alrededor de 500 millones de dólares en la ampliación del puerto de Lázaro Cárdenas, a pesar del grave problema de inseguridad que se vive. También, el puerto de Guaymas se amplió de manera considerable, pasando de una capacidad de maniobra de 7 millones de toneladas (mdt) a 28 mdt.
Sin embargo, resulta decepcionante tan pronto como observamos las tasas de crecimiento del total de la construcción así como de los subsector a lo largo del sexenio. Si observaos el valor generado por la construcción, tanto pública como privada, en México, durante los primeros cincos años del sexenio de Peña Nieto se ha contraído un 8.5% luego de registrar un moderado aumento de 2.2% en el sexenio de Calderón.
Pero además, casi todos los conceptos relacionados con la infraestructura experimentaron tasas negativas de crecimiento. Los resultados más pobres se obtuvieron en tres ramas de manera particular: Petróleo y petroquímica; Agua, riego y saneamiento y Transporte y urbanización. No son tres rubros cualquiera: los tres conceptos son fundamentales no sólo para incrementar la productividad de la economía mexicana, sino también para fortalecer la cohesión territorial y social de México y para su sostenibilidad medioambiental. Apostar por ellos puede ser esencial para que AMLO logre otros objetivos generales de su política económica: crecimiento más robusto, sostenible e inclusivo, con un énfasis especial en el combate a la pobreza.
El caso de Petróleo y petroquímica es muy llamativo. Se esperaba que la privatización del sector trajera carretadas de inversión al sector petrolero, y que así pudiera ampliar su capacidad de producción, la cual se ha desplomado desde una extracción máxima alcanzada durante el mando de Fox cercana a los 3.5 millones de barriles al día. Sin embargo, el resultado ha sido el contrario: el valor de la producción generado por las empresas petroleras se ha derrumbado un 63.5% en 2017 en relación con los niveles observados en 2012, antes del inicio del sexenio. Si en el 2012, el valor generado rondaba los 4,000 millones de pesos (mdp), en el 2017 no llegaba a los 1,500 mdp. Por supuesto, la caída del precio del petróleo desincentivó la inversión privada en un sector que a los precios observados en el 2015 y 2016 era poco rentable. Además, en México, gran parte del ajuste presupuestario se concentró en el rubro de inversión de Pemex. Por tanto, uno de los sectores estrella del sexenio de Peña Nieto al final quedó en un rotundo fracaso. De este modo, el valor de la construcción en el sector de Petróleo y petroquímica, que en el 2006 representaba en torno a un 12% del total y en el 2012 un 10%, se había hundido a un 4% en el 2017.
También, han experimentado un rendimiento muy pobre Agua, riego y saneamiento. Un contratiempo importante por parte de esta administración fue la cancelación del acueducto el Zapotillo, que iría de Jalisco a Guanajuato. Otro gran problema se generó a partir de que Jaime Rodriguez Calderón, “El Bronco”, canceló el proyecto que el estado de Nuevo León tenía con el Grupo Higa y con ICA (OTC:ICAYY) para la construcción del acueducto Monterrey VI. Por tanto, el rubro de Agua, riego y saneamiento será otro de los grandes pendientes de AMLO. Este sector ha estado especialmente olvidado, y tras hundirse un 23% en el sexenio de Calderón, se ha deprimido un 27% adicional en los primeros cinco años de Peña Nieto. Un plan hidráulico bien definido será crucial para la vertebración de todo el país.
Finalmente, en el rubro de Transporte y urbanización, el valor de la construcción se ha reducido en el 2017 un 12.6% respecto al año 2012, antes de que iniciara el sexenio. Ese descenso contrasta con el incremento de 6.6% durante el sexenio de Calderón. Grandes planes se han frustrado de los que se anunciaron al inicio del sexenio, siendo uno de los más sonado el tren de Alta Velocidad México Querétaro.
El sector de edificación, otro rubro fundamental, prácticamente se mantuvo plano. El sexenio no empezó bien: el cambio de modelo de vivienda, de uno horizontal a otro vertical supuso la quiebra de las principales constructoras de casas (Homex, Geo, Urbi). La construcción, un sector clave para el desarrollo de un país y su dinamismo económico, desde ahí se convirtió en un lastre que se prolongó durante todo el sexenio. Pese a los esfuerzos por reactivar el sector una vez absorbido el shock, la debilidad económica, el bajo crecimiento de los salarios y el rápido aumento de las tasas de interés contuvo la expansión del sector.
Así estuvo el sector de construcción en infraestructura en general, tanto pública como privada. Pero sin duda el gobierno no logró que la inversión pública sirviera de catalizador para la formación bruta de capital fijo de la economía.
Aquí es donde se ve el gran drama de México, y algo que AMLO tendrá que cambiar. El valor de la producción teniendo como contratista al sector público fue en 2017, en promedio y en términos reales, de 13,818 mdp, comparado con 20,132 mdp en 2012 y de 18,147 mdp en 2006. Por tanto, tras aumentar un 25% durante el sexenio de Calderón, con Peña Nieto se ha derrumbado más de un 30%. Las cifras son catastróficas: un caída de 39% en edificación, en obras de ingeniería civil y de 34% en trabajos especializados para la construcción.
Por tanto, hay mucho trabajo por hacer. Impulsar la contratación pública de infraestructura será una política esencial de AMLO: las necesidades de infraestructura son muchas, y hay que levantar carreteras, puentes, ferrocarriles y aeropuertos que satisfagan las demandas de la población.
En consecuencia, será elemental realizar un trabajo de diagnóstico para detectar las verdaderas necesidades de infraestructura de las familias y empresas, aquellas que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos y ofrecen la logística y las sinergias necesarias en las empresas para mejorar la productividad; y posteriormente de planificación, para establecer una estrategia consensuada de largo plazo que supere legislaturas y gobiernos. La transparencia y la rendición de cuentas será otro examen que las otras administraciones no han cumplido y que se le deberá exigir a AMLO.
Finalmente, hay que mantener la disciplina presupuestaria, y para ello habrá que contar con el sector privado. Ahora bien, las líneas generales deberán ser impuestas por el gobierno, y a la hora de acometer proyectos con la colaboración del sector privado, se deberá actuar con criterios rigurosos y racionales, promoviendo una distribución óptima de los incentivos y de los riesgos: ya se ha visto, en muchos proyectos, que “el papel todo lo aguanta”, algo que la realidad constantemente se ha encargado de desmentir.
INFOGRAFÍA
El gobierno de Enrique Peña Nieto no logró que la construcción en infraestructura despegara a lo largo del sexenio. La caída del precio del petróleo y el fuerte ajuste fiscal que tuvieron que emprender provocó que gran parte del esfuerzo se concentrara en el gasto de inversión, y buena parte de ella en Pemex. El valor de la construcción total se contrajo un 8.5% en el sexenio de Peña Nieto…
Fuente: Inegi
… el rubro de Petróleo y petroquímica fue el más castigado, por las razones descritas. También se redujo, de manera notable, el gasto en Agua, riego y Saneamiento (-27%) y Transporte y urbanización (-13%). La edificación, el rubro de más peso, que tuvo un inicio de sexenio frustrante por el cambio de modelo, luego se vio frenado por la debilidad económica y el alza de las tasas de interés….
Fuente: Inegi
… la inversión pública no ha servido de catalizador. Durante el sexenio de Peña Nieto, la construcción en infraestructura contratada por el sector público se ha hundido un 31%, tras incrementarse un 27% en el sexenio de Calderón. EN el 2017, apenas promedió 13,818 mdp en términos reales, muy inferior a lo observado en 2012 (20,132 mdp) e incluso en 2006 (16,147 mdp)…
Fuente: Inegi
… la administración de AMLO tendrá que hacer un gran trabajo para reactivar la inversión pública en proyectos de infraestructura que mejoren la productividad de México, contribuyan a la integración territorial y a la cohesión social, reactive la economía y el empleo, combata a la pobreza y mejore la calidad de vida, sin que por ellos se rompa el equilibrio fiscal.
Fuente: Inegi