Se acerca el crecimiento de la demanda mundial de petróleo. Entre más bajas sean las temperaturas durante el próximo invierno en el hemisferio norte, habrá mayor demanda de combustibles (gas natural, diesel, gas LP), y ante una importante escasez de energéticos, los precios podrían dispararse. Según estimaciones de Ana Azuara, especialista en commodities de Banco Base, el precio del WTI podría colocarse por arriba de los 100 dólares por barril. Si no hay controles, el gas natural podría regresar a los máximos históricos de 345 euros por megavatio hora.
Los 27 países de la Unión Europea analizan la posibilidad de limitar los precios del gas. ¿Cómo podrían hacerlo? Ana Azuara considera que podrían acordar un paquete de gasto, ya que las empresas energéticas en Europa no son del Estado, como Saudi Aramco (TADAWUL:2222), a la que el gobierno de Arabia Saudita puede aplicar límites. En Europa se podrían acordar subsidios a las empresas para que no suban los precios o apoyo económico a las familias para pagar sus facturas por concepto de electricidad.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) se muestra preocupada por la crisis energética y el aumento de las tarifas frente a la guerra entre Rusia y Ucrania. Fatih Birol, jefe de la AIE, dijo que el aumento de las exportaciones del gas natural licuado a Europa y un repunte en el apetito del mercado chino pondrá presión a la oferta, ya que solo 20 mil millones de metros cúbicos de nueva capacidad de GNL ingresarán al próximo año, por lo que considera arriesgada la decisión de la OPEP de reducir la producción en dos millones de barriles promedio por día. Azuara indica que “la reducción neta de producción podría ser de un millón de barriles diarios, ya que hay países como Nigeria, Libia o Rusia (que están dentro del acuerdo) que están produciendo mucho menos, entre otras cosas por problemas económicos y políticos internos”.
Ante la guerra en Ucrania, se intenta limitar los ingresos de Moscú, y muchos se preguntan qué tanto se seguirá necesitando el petróleo ruso para atender la demanda global. Según Ana Azuara, esto lo va a ir marcando el reacomodo de flujos comerciales. “El petróleo ruso es necesario. Países como China e India consumen más petróleo ruso, lo que están dejando de consumir los europeos”.
En cuanto a los metales, hay un debilitamiento a nivel mundial. La demanda se reduce, entre otros factores, por los cierres por confinamientos en China y las malas proyecciones económicas para Estados Unidos y Europa. También hay poca oferta por su costosa producción. Por ejemplo, para producir zinc y aluminio se necesita bastante energía. Algunas empresas fundidoras en Europa han reducido su producción o detenido su operación de forma temporal. “Ante poca oferta y poca demanda, los precios se han reducido desde los máximos en marzo. El clima frío puede hacer que la oferta se reduzca mucho más y eso llevaría a incrementos en precios. Por otro lado, el que no se estén produciendo metales, orilla a la economía a una recesión”.
Cereales también afectados
Han pasado 8 meses desde que inició la guerra entre Ucrania y Rusia y el conflicto bélico también ha impactado en la producción y comercialización de cereales. Rusia y Ucrania conforman el 30% de las producciones mundiales de trigo y el 15% de maíz. Las tensiones entre ambos países condicionan el acuerdo del corredor de granos, el cual expira el próximo mes. Si no hay nuevo acuerdo, los precios de los cereales se dispararían de forma drástica.
El maíz y la soya también se utilizan para la producción de biocombustibles, y a veces, cuando el precio del petróleo aumenta, el costo de estos granos sube, sobre todo ante la fuerte demanda por los combustibles, aunque el incremento en sus precios seria menor que el petróleo.
En cuanto a los fertilizantes, su producción también es costosa porque requiere de electricidad, el hecho que no se produzcan también origina incremento en sus precios.
Antes del conflicto bélico, Ucrania exportaba más de 6 millones de toneladas de cereales al mes. A inicios del 2022, la FAO pronosticó que hasta un 30% de las superficies sembradas con cultivos del invierno pasado en Ucrania, quedarán sin cosechar durante el 2022 y 2023.