El 2016 ha pasado en medio de la incertidumbre del momento en el que la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) ajuste al alza las tasas de interés. Primero, se anunciaron 4 posibles ajustes que reunión tras reunión se fueron reduciendo hasta quedar solamente 1 posibilidad, que con expectativas del 70% el mercado apunta se daría en diciembre, aumentando en 25 puntos base. Es importante considerar que esta probabilidad es similar a la que el mercado asignó en otros momentos del año, donde finalmente la entidad no realizó ningún ajuste.
Para la decisión, la FED ha estado en medio de objetivos internos: crecimiento, inflación y desempleo, así como hechos externos que incorpora en sus análisis, tales como la evolución de la economía China, el Brexit y las políticas de otros bancos centrales del mundo.
Aunque algunos apuntan que la FED está cerca del objetivo inflacionario del 2% y la tasa de desempleo alrededor del 5%, estas cifras no se complementan con un modesto crecimiento económico del 1.4% para el segundo trimestre.
El mercado está a la espera, por lo que un ajuste al alza implicaría, en términos de revaluación de los activos, aumento del costo del endeudamiento y el impacto en los mercados internacionales. Sin embargo, debe tenerse presente que si bien es cierto el ente puede ajustar las tasas, sea en diciembre o en el 2017, eso difícilmente implique una normalización en el nivel de los intereses, de forma que comience una tendencia al alza para los próximos años.
Las principales razones se encuentran en la nueva realidad macroeconómica, con economías avanzadas apenas logrando resultados de crecimiento, en escenarios deflacionarios y con tasas de interés en mínimos históricos, donde los estímulos monetarios han sido dirigidos a la expansión de liquidez y, con ello, un mayor endeudamiento del sector real.
Por lo anterior, un alza en las tasas es posible y quizá necesario, pero no implica que las tasas de interés se ajustarán de nuevo en niveles mayores de forma rápida y estable, de manera que es importante considerar dicho escenario, previo a cualquier cambio en las posiciones de inversión y ajustarse a la nueva realidad macroeconómica global.