Para comenzar este artículo, de tono fundamentalmente bajista, quiero destacar que, desde el punto de vista del análisis técnico, mantengo una visión alcista sobre el mercado bursátil estadounidense. No podría ser de otro modo, dado el firme impulso alcista de las tendencias actuales. No obstante, en el ámbito macrofundamental, las señales de alerta han sido claras y abundantes durante 2024, y persisten al inicio de este nuevo año.
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¿Punto de inflexión?
Donald Trump ha asumido el cargo como 47º presidente de los Estados Unidos. Según la perspectiva desde la que se le vea, puede considerársele un empresario con éxito, una figura de telerrealidad, un narcisista, un nacionalista estadounidense o un defensor bienintencionado de "América primero". Sin duda, serán cuatro años fascinantes. En mi opinión, mucho más interesantes que si su oponente hubiera ganado las elecciones y mantenido el statu quo.
Este panorama llama nuestra atención como participantes en los mercados. Debemos estar preparados para un entorno completamente diferente al de los últimos cuatro años. Existe una percepción generalizada de que los republicanos son más favorables a las empresas que los demócratas, que promueven menos regulaciones, que favorecen los impuestos bajos y que son más pro-estadounidenses. Trump encarna todas estas características, pero llevadas al extremo (y mucho más).
Como actor del mercado, me resulta irrelevante quién ocupe el cargo, ya que, aparentemente, hemos llegado a un punto como sociedad en el que los candidatos que tenemos son los que realmente nos merecemos. Mi enfoque se centra en cómo se desarrollará este período en términos del mercado. Después de todo, esa es mi labor. Ciertamente, no es mi tarea ofrecer creencias políticas, especialmente cuando, de ser expresadas, resultarían bastante desalentadoras.
Así que, continúo con la gestión del mercado, mi ámbito natural. Me gustaría empezar con otro gráfico, cortesía de Michael Pollaro. La relación entre el precio del mercado bursátil (S&P 500) y la liquidez de la Reserva Federal después de la crisis financiera ofrece una perspectiva reveladora de cómo las expectativas del mercado se desajustan en relación con otro indicador más (como si necesitáramos más).
Algo ha impulsado las acciones mucho más allá de su habitual motor, que ha sido la liquidez creada por las políticas monetarias de la Reserva Federal. Esta política, con razón, está en proceso de consolidación a la baja desde los niveles excepcionalmente altos registrados en 2020. Sin embargo, las acciones continúan su ascenso.
¿Qué está impulsando esto? Las opciones son:
- Anticipación de una política fiscal beneficiosa, política desreguladora, la esperanza de que los aranceles van a sacudir como un positivo neto para las corporaciones estadounidenses.
- La idea de que Trump podrá aumentar la bolsa fiscal de deuda, sin freno, a su antojo. En otras palabras, que la política fiscal del gobierno sin restricciones continuará e incluso se acelerará mientras la Fed continúa con el QT y se mantiene relativamente firme en la Tasa de Fondos.
- La idea de que Trump será capaz de abaratar fácilmente el US dollar, como se ha dicho. Esta opción es, OMI, factible, dada la situación de la deuda y sus objetivos declarados para más de ella.
- Una sociedad post-hubris que cree en la magia:
Creer que la deuda puede ser refinanciada una y otra vez, alcanzando nuevas alturas estratosféricas, en beneficio de la economía (aunque intenten refinanciarla indefinidamente, lo que está en serio cuestionamiento es ese "en beneficio de la economía").
Que las curvas de rendimiento cada vez más pronunciadas, indicadores probados de la fase "bajista" del ciclo auge/caída (se ha demostrado que los aplanamientos de las curvas son lo contrario, correlacionados con un "auge"), ya no tengan relevancia.
Que las valoraciones del mercado, cercanas a niveles históricamente elevados, ya no cuenten (¿por el eslogan "America great again"?).
Que la venta extrema de información privilegiada ya no importe.
Que la situación de 2007, cuando la presión inflacionista interrumpió el régimen de "pausa" de los tipos de la Reserva Federal, con el mercado de bonos exigiendo una política de endurecimiento, que antecedió a un épico mercado bajista, no se repetirá en esta ocasión.
Conclusión
Como siempre, todo es posible en el País de las Maravillas. En los últimos años, he intentado no dejarme influir demasiado por mis opiniones inherentemente negativas sobre el funcionamiento del sistema en general. Me he esforzado por ser "alcista" cuando las señales lo han indicado. Actualmente, aunque en su mayoría en efectivo y equivalentes, y con posiciones largas en renta variable (con una posición corta simbólica en SPY), me considero bajista, ya que los indicadores sugieren esa tendencia.
No obstante, el momento adecuado siempre es complicado. Por eso encuentro fascinante este instante. América = grande otra vez. Trump asciende nuevamente. Empresario, desregulador, recortador de impuestos, impositor de aranceles. ¡Todo suena bien! Pero, incluso si alguna de estas afirmaciones es cierta, ¿acaso no ha descontado ya el mercado de valores todo esto? Yo diría que sí. También percibo un potencial contrario interesante en este contexto.
Nuestra visión hasta 2024 era, en esencia, que la administración Biden (con la Yellen de dos caras en un lateral) estaba haciendo todo lo posible por mantener las cosas líquidas y evitar que Trump regresara. Pues bien, ha vuelto. Pero hereda un mercado de valores inflado (T1) y una economía (T2). El primer aspecto está siendo afectado por los indicios mencionados antes. El segundo se está desacelerando gradualmente, incluso mientras Trump prepara sus planes de estímulo.
Pero lo cierto es que estamos en un posible punto de inflexión (no necesariamente el martes, pero en general en las próximas semanas) hacia una corrección significativa en el mejor de los casos y un mercado bajista en el peor. "Potencial", ya que no hago predicciones. Mientras tanto, la tendencia del mercado sigue siendo alcista, y eso no es un detalle menor. Es algo muy importante.
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