La llegada a la Argentina del Presidente del Banco Mundial por primera vez en 25 años Jim Young Kim el mes pasado, expuso de nuevo el debate sobre la dificultad histórica y compleja que atraviesa la mayoría de los países de la región. Argentina, como América Latina y el Caribe en general, cuenta con abundantes recursos naturales pero ha tenido problemas para traducir esta riqueza en erradicar la pobreza extrema y la desigualdad.
El último informe del organismo internacional estima que las economías de la región saldrán de la recesión este año y crecerán a un ritmo moderado. Sin embargo existe un amplio consenso que para alcanzar el desarrollo se requiere aún reformas políticas y económicas estructurales. Argentina ha visto el endeudamiento con organismos multilaterales de crédito, como el Banco Mundial (BM), como una gran oportunidad pero no soluciona por sí mismo los problemas de la economía local. A largo plazo se precisa además de deuda externa, inversiones en sectores productivos que generen recursos de manera genuina para el repago de la misma y el financiamiento de un crecimiento y desarrollo de manera sostenida. En este sentido ¿Cuáles son los sectores productivos que demandan inversiones en la Argentina?
INFRAESTRUCTURA
En la mayor parte de las economías del mundo, la inversión por parte de los Estados en obra pública ocupa un lugar fundamental en la política económica. Con certeza, mayores niveles de inversión en infraestructura cumplen un rol importante en la consolidación de procesos de crecimiento y desarrollo de los países. Esto se debe a que, generan incrementos de productividad, reducción de costos energéticos, logística, transporte y, consecuentemente, mejora en la competitividad. Todo ello afecta de manera transversal a distintos sectores de la economía pero, especialmente, a los sectores exportadores. A su vez, brinda sostenibilidad a un modelo económico y colabora instando el equilibrio en las cuentas externas y fiscales. También, y no menos importante, las obras destinadas al desarrollo urbano aumentan considerablemente la calidad de vida y el bienestar de la población. La infraestructura constituye una herramienta de alto impacto en la reducción de pobreza y desigualdad. Es por eso que a medida que los países de la región fueron aumentando la brecha en infraestructura económica con los países desarrollados, se ha visto obstaculizado su camino hacia la prosperidad. Los países asiáticos que supieron dirigir sus políticas públicas en función de este pilar hoy en día ocupan la cima del Informe Global de Competitividad (2016-2017) elaborado por el Foro Económico Mundial, liderando el ranking con Singapure (2), Japón (8) y Hong Kong (9). Mientras América Latina y El Caribe se encuentra muy por detrás, con Chile (33), seguido por Panamá (43), México (51), Costa Rica (64) y Colombia (61). El estudio comparativo revela que muchos países de la región tienen redes de infraestructura muy deficientes en comparación con otras economías del mundo. Provocando una pérdida sustancial de competitividad que impide un crecimiento y desarrollo sostenido. Esto pone de manifiesto la necesidad de inversiones para mejorar la calidad de la infraestructura en Argentina. Una regulación transparente que impulse la inversión del sector privado, eficiente gestión de los recursos públicos, desarrollo de mercados financieros y emisión de bonos destinados a obras civiles y transporte como rutas y puertos, pueden ayudar a mejorar los indicadores. Si Argentina no establece como prioridad las redes de infraestructura, sin dudas no podrá alcanzar el desarrollo económico.
SECTOR AGRÍCOLA
La agricultura ha ganado un lugar relevante en la agenda internacional a tal punto que hoy es considerada como uno de los principales motores de crecimiento y desarrollo mundial. Este lugar que comenzó a ocupar con predominancia tras la Crisis Alimentaria Mundial (2007/2008) fue reafirmado en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en 2015, donde se elaboró la Nueva Agenda de Desarrollo 2030 con el principal objetivo de erradicar la pobreza extrema y el hambre.
Actualmente alrededor de 795 millones de personas sufren de hambre en el mundo (FAO), en una población de 7.000 millones. Y si tenemos en cuenta el acelerado crecimiento demográfico se estima que para el año 2050 habrá 2.300 millones de habitantes más. Por lo tanto, para garantizar la seguridad alimentaria la agricultura tendrá que duplicar su producción. Argentina en particular, y América Latina en general, haciendo uso de sus ventajas comparativas podrán convertirse en superpotencias alimentarias. La región cuenta con importantes recursos hídricos y gran expansión de suelos fértiles. De 445,6 millones de hectáreas potencialmente aptas para la expansión del cultivo, el 28 por ciento se encuentra en la América Latina, solo siendo superada por África Subshariana, según el Banco Mundial. La demanda de alimentos proyectada para los próximos años mejoría los términos de intercambio de varios países, principalmente los países del Cono Sur en donde la industria agrícola es el principal rubro exportador: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Aunque el año 2016 no fue bueno para América Latina debido a la desaceleración de uno de los principales destinos de exportación, China, y su impacto en los la caídas del precio de las materias primas, la curva de producción sigue tiendo dificultades para seguir el ritmo de la curva demográfica. Por lo tanto, las inversiones en agricultura son fundamentales para la seguridad alimentaria y el crecimiento económico de la mayoría de los países de la región, rubro donde se requiere innovación y desarrollo tecnológico para permitir a los agricultores que sean más competitivos y ayuden a superar el reto que plantea el cambio climático. La aplicación de tecnología en la agricultura puede contribuir significativamente a la reducción de emisión de gases de efecto invernadero, principal objetivo del histórico Acuerdo de París recientemente en vigor desde Noviembre de 2016. Los recursos naturales, el agua, la biodiversidad, los bosques se están agotando a un ritmo sin precedentes. Si no se desarrolla la agricultura se pone en riesgo la alimentación de la población del mundo, especialmente la de los más pobres.
En este sentido, Argentina se encuentra realizando esfuerzos por motivar la inversión extranjera directa (IED) en ambos sectores, incluso desde la sociedad civil, organizada bajo la Subcomisión de Economía e Inversiones del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil (CCSC), que actúa en la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, donde se realizan encuentros entre el sector privado y funcionarios públicos para debatir temáticas relevantes sobre economía e inversiones de la agenda nacional e internacional.
* Por Sergio Morales. Licenciado en Relaciones Internacionales. Mg.(c) en Finanzas (UBA). Consultor Internacional y Director Asociado del Centro Latinoamericano de Inversiones (CELAI)