El Bundesbank ha confirmado lo que ya se temía: la economía alemana habría entrado en recesión técnica en el tercer trimestre del año. La economía más grande de Europa se habría contraído 0.1% entre julio y septiembre, debido a que sus exportaciones fueron afectadas por la incertidumbre comercial y por la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Y las cosas no mejorarán pronto. “Los primeros indicadores proporcionan actualmente pocos signos de una recuperación sostenible de las exportaciones y una estabilización de la industria”, dijo el banco central, y alertó sobre el riesgo de que la desaceleración se extienda en mayor medida a sectores más orientados a nivel nacional.
El dato oficial del PIB alemán en el tercer trimestre se publicará el 14 de noviembre, pero la caída en las exportaciones ya hacen ver que la economía más sólida del viejo continente tiene fisuras. Les queda el sector interno y de servicios como motores para que la economía no se detenga completamente en 2019.
Así se interrumpirían nueve años de crecimiento sostenido y abonan a los temores de una recesión económica global. Ya hemos comentado que esta llegará más temprano que tarde, y con la contracción de Alemania, que había resistido la crisis del euro entre 2011 y 2013, parece que está mucho más cerca.
Las autoridades alemanas no esperan una recesión profunda, pero varias voces piden ya que Berlín haga uso de su enorme superávit fiscal para incentivar el gasto y aumentar los salarios y así reactivar la economía, aunque esto signifique alejarse de la ortodoxia característica de los alemanes, más proclives a ahorrar que a derrochar.
Dentro de la zona euro, Italia también entró en recesión, solamente que a principios de 2019 y no tiene el mismo efecto psicológico que los demás. Esto sin duda aumentará el ruido en los mercados y habrá movimientos de inversionistas que tomen su dinero y vuelvan cuando haya mejores tiempos.
Lo paradójico es que esta salida de capitales puede acelerar una recesión global. Una profecía autocumplida que tenía como antecedentes un clima comercial deprimido, al grado de afectar a Alemania, uno de los exportadores más grandes del mundo.
Ya hemos visto muchas advertencias de lo que viene y, antes de que la crisis toque a la puerta, ya se debe contar con un plan de emergencia para cuando las cosas se pongan peor. El primer consejo sería acumular dinero en efectivo, de preferencia en dólares y contar con una cartera diversificada de inversiones, que contengan oro y plata, por supuesto, además de acciones mineras, divisas fuertes, bienes raíces y criptomonedas.
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