Nearshoring. La reducción de la tasa de impuesto corporativo propuesta por Trump busca desincentivar la salida de empresas fuera de EUA, lo que disminuye los potenciales beneficios para México de la relocalización de inversiones. Asimismo, Trump se caracteriza por presionar e incentivar a empresarios para sugerir que anuncien planes de inversión en territorio estadounidense, incluso que trasladen de regreso algunos procesos de producción.
Migración. El discurso de Trump sobre migración fue fundamental en su triunfo. Cumplirá, hasta donde prácticamente pueda, su amenaza de redadas y deportaciones masivas. La opinión pública lo respalda.
Trump ha amenazado con deportar al lado mexicano de la frontera a los 11 millones de indocumentados en EUA, de los cuales 5 millones son mexicanos. Muy probablemente no se atreverá a tanto por los costos financieros, económicos y sociales que una medida así implicaría. Pero sí veríamos deportaciones masivas inmediatas de decenas de miles de migrantes de todos los países en los primeros meses de su gestión, lo que eventualmente detonaría otra confrontación diplomática.
Revisión del TMEC. Trump dijo que quiere renegociar, por lo que no se puede descartar también la amenaza de salirse del acuerdo comercial. Así, la revisión del TMEC en términos prácticos se adelanta.
Si bien están programadas las consultas trilaterales para realizarse en 2025 y en 2026 los equipos negociadores revisarían la implementación del tratado comercial, con Trump como presidente y con el control del congreso, en cualquier momento podría darse esta revisión. Así es que los trabajos se agilizarían para estar en condiciones de evaluar el acuerdo en el corto plazo.
Aumento de Aranceles. Trump ha mencionado que aplicará aranceles del 10% a todas las importaciones estadounidenses y de 200% a los automóviles y autopartes chinas procedentes de México (en momentos en los que somos el primer socio comercial y primer exportador a EUA), lo que abriría de nuevo el espectro de una guerra comercial como resultado de medidas espejo que México y Canadá (y otros socios comerciales de EUA) se verían obligados a aplicar.
Seguridad. Trump ha amenazado con recurrir al uso unilateral de la fuerza para confrontar trasiego y producción de fentanilo desde territorio mexicano. Seguramente no enviará fuerzas especiales a suelo mexicano, pero podría tener la tentación a recurrir a algún tipo de acción simbólica o ejemplar como usar un dron desde espacio aéreo estadounidense para lanzar un misil a un laboratorio que produce fentanilo del lado mexicano. Una acción de esta naturaleza sería violatoria del derecho internacional y podría boicotear toda la relación bilateral.
El fentanilo, la migración, un creciente proteccionismo anclado en políticas industriales y un proceso de revisión del T-MEC en 2026 nublado por la sombra china, dominarán la agenda bilateral con EUA.
Su partido (republicano) obtuvo el control de las dos cámaras del congreso estadounidense, lo que amplía la capacidad de Trump para reformular la política económica, en particular en los aspectos arancelarios y fiscales.
En este sentido, la relación de México con EUA será defensiva y de reacción; tendremos que tomarnos en serio las amenazas y promesas de Trump. Los cambios y defensa no necesariamente traerán cosas negativas para el país.
Definitivamente observaremos volatilidad en los mercados financieros, en especial en el tipo de cambio dentro de sus 4 años de gobierno (ya que él actúa y negocia con la amenaza de romper lo ya establecido).
A pesar de correr el riesgo de perder la oportunidad del nearshoring, se podría abrir una nueva opción que proponga mejorar y/o ampliar la integración de cadenas de valor entre los dos países, manteniendo el interés de inversión en nuestro país.