Esta semana se publica en EUA el dato de inflación al consumidor correspondiente al mes de febrero. La expectativa es que, en términos anuales, la tasa se mantenga sin cambios en 3.10%, aunque para el caso del rubro subyacente se anticipa una baja de dos décimas a 3.7% anual.
La mayoría de los funcionarios de los bancos centrales llevan varias semanas insistiendo en que la inflación todavía no está controlada y que necesitan mantener la política monetaria en modo restrictivo o por lo menos no recortar la tasa de interés en el corto plazo.
Incluso se ha realizado una comparación de la etapa actual de la lucha contra la inflación, con el esfuerzo que se hace hacia el final de una carrera de larga distancia. Esto es, el esfuerzo adicional se vuelve cada vez más complicado conforme la meta se percibe más cercana. Algo que se le conoce como “la última milla”.
La mayor parte del trabajo ya está hecho. La inflación en EUA ha pasado de moverse en zonas cercanas al doble dígito, máximos de cuatro décadas e impropias de una economía desarrollada, a quedar alrededor del 3%. Apenas diez décimas del objetivo del 2%.
De acuerdo con la analogía de la última milla, en términos económicos, este tramo es el más difícil y por tanto se requiere un sacrificio extra en términos de crecimiento y empleo.
En este sentido, la Fed ha sido muy enfática en ello. Por un lado, la inflación de los servicios está siendo más resistente que la de los bienes de consumo. Y, si las expectativas de inflación se anclan en niveles superiores al 2%, la inflación tenderá a subir hasta estos niveles.
Dadas las persistentes presiones inflacionarias, las condiciones financieras acomodaticias, el crecimiento económico constante y las sólidas condiciones del mercado laboral, es razonable esperar que no haya prisa por recortar tasas.
El objetivo de la política monetaria en la primera parte del reciente episodio inflacionario era evitar que el repunte de los precios afectara las expectativas de inflación, particularmente las de largo plazo. En la etapa más reciente, esto es en la última milla, la política monetaria debe enfocarse en lograr una disminución sostenida de la inflación subyacente.
Creer que la última milla es más agotadora podría hacer que la Fed endurezca la política más de lo necesario, lo que aumenta la probabilidad de una recesión y un fuerte aumento del desempleo
En términos de impacto para los mercados financieros, particularmente el mercado cambiario mexicano, si la inflación se muestra más resistente a bajar de lo esperado, los inversionistas podrían reaccionar negativamente, al verse nuevamente forzados a recalibrar sus expectativas de tasas, retrasando en el tiempo el inicio del proceso de bajadas de estas y; viceversa.