Hace años que los bancos centrales de países desarrollados expanden sus hojas de balance sobre la base de programas cuantitativos para comprar bonos y bajar las tasas de interés.
El objetivo es múltiple: intentar contribuir artificialmente al crecimiento económico y evitar las consecuencias no deseadas de una deflación, es decir la caída de precios que tanto mal le provoca tanto a los productores (menores ganancias esperadas, por lo tanto menor inversión) como a los consumidores (que posponen su decisión de consumo).
Lograron su cometido, pero tan solo a medias: pudieron esquivar en muchas oportunidades la deflación, en especial en Europa y Japón, aunque no generaron una inflación del 2% indicativa compatible con una normalización de sus economías.
Pero, para preparase para cuando ocurra esto hay que anticiparse y hay que protegerse de una suba de tasas de interés posterior. O al menos que una tasa indexada a la inflación amortigüe el golpe.
Luego de muchos años en los cuales todos los administradores han esquivado la inversión en activos indexados, estoy viendo bastante flujo de fondos en el último mes hacia ellos. La razón es múltiple, pero cuando los commodities recuperan terreno (como fue el caso en este primer cuatrimestre), el mundo entero tiene un factor explicativo a la suba de precios (inflación futura).
En los Estados Unidos, se denomina Treasury Inflation-Protected Securities, o TIPS, a los Treasuries que ajustan por inflación: además de pagar una tasa fija baja, el rendimiento se compone del pago de la inflación semestral del período.
El flujo de fondos hacia esa clase de activos ya es positivo para los últimos 12 meses al 30 de abril de este año
¿Cómo podemos adivinar la expectativa de inflación anualizada a futuro a través de estos bonos? Es sencillo, hay una tasa de inflación break-even o que arroja un equilibrio entre la tasa interna de retorno (TIR o YTM en inglés) nominal de un bono Treasury y la TIR de un TIP con el mismo vencimiento. Si el bono es a 5 años por ejemplo, la tasa de inflación de break-even es la diferencia de TIR entre esos dos bonos y es la inflación promedio anual para ese plazo.
A 10 años, hoy esa expectativa es del 1,6% cuando en febrero era del 1,2%, y comparado con una tasa promedio de largo plazo por encima del 2%. Está aún por debajo del promedio.
Se exponen más abajo el índice de expectativas de inflación anualizadas a tres años elaborado por la Reserva Federal de Nueva York, en donde se puede observar claramente una reversión drástica en la tendencia que venía acumulando a la baja desde el año 2013.
El rendimiento del ETF más famoso y líquido que los agrupa, el TIP (Barclays (LON:BARC) U.S. TIPS Index) ha sido más que satisfactorio y muestra una reversión, tal como se puede ver en el gráfico de más abajo.
El TIP es un ETF con 37 activos bajo administración. Representa el 70% de los activos de renta fija soberana indexados que monitorea Morningstar, que posee una lista de 12 fondos ETFs que acumulan al día de hoy 26 billones de dólares en activos.
Los commodities y otros activos "duros" como las propiedades suelen ser un refugio o cobertura contra la inflación también. Están subiendo a la par de los bonos indexados.
El inversor debe tomar en cuenta que la volatilidad, aunque baja, en este tipo de instrumentos es más elevada que la de los bonos nominales. En períodos de desaceleración caen mucho más que los Treasuries dado que están siendo arrastrados por una suba en la tasa de interés real. Además, son menos líquidos que los bonos nominales.
Son todos ellos aspectos a tomar en cuenta si uno quiere anticipar el regreso de la inflación, que se encontraba totalmente anémica en su expectativa futura y que hoy recobra vida. Es un proceso incipiente pero que podría extenderse y darle más recorrido aún al ETF TIP.