La devaluación generó un notable impacto sobre el mercado inmobiliario. Entre sus consecuencias inmediatas ya vemos que las hipotecas Uvas se han desinflado, de modo que el veranito que vivimos y que impulsó a muchos a encarar emprendimientos para el segmento de clase media, se pinchó.
Sin embargo el segmento más alto ha vuelto a la agenda, alentado por costos de obra abaratados por la devaluación y precios en dólares inflexibles a la baja. Ello promete un mejor margen para los proyectos, aunque aún es prematuro intentar generar nuevos desarrollos, dado que cambio macro fue muy rápido y los inversores aún están evaluando el nuevo escenario con mucha precaución.
Entre tanto el gobierno quiere alentar nuevas obras y ahora se lo ve dispuesto a evaluar incentivos que eviten una caída abrupta de la actividad.
El tiempo dirá si lo logran en un entorno con tantas restricciones y con un tiempo tan acotado hasta las elecciones del año próximo. Los proyectos inmobiliarios tienen otros tiempos, demasiado largos y demasiada inversión real en juego para las urgencias políticas coyunturales.