La posibilidad de que la primera potencia económica del mundo no pueda seguir pagando su deuda parece impensable, pero no con probabilidad cero.
En las últimas semanas, el tema de la negociación de la ampliación del techo de la deuda en EUA acapara la atención de los mercados financieros.
En los últimos quince días, los líderes políticos estadounidenses se han reunido buscando alcanzar, todavía sin éxito, un acuerdo que permita aumentar este umbral de deuda. El techo de la deuda es un límite que fija cuánto dinero puede deber como máximo EUA. El último monto aprobado fue por 31.4 billones de dólares, el cual se alcanzó desde mediados de enero pasado.
A partir de esa fecha, el departamento del Tesoro ha aplicado medidas extraordinarias que le han permitió afrontar los pagos a realizar. Sin embargo, la secretaria Yellen ya advirtió, mediante una carta al Congreso de EUA, que el tiempo se agota y que si bien es imposible predecir con exactitud una fecha concreta, el Tesoro podría no afrontar los pagos y requerimientos tan pronto como el 1 de junio.
El establecimiento del techo de la deuda en EUA surge en la Primera Guerra Mundial, donde se estableció que el Congreso marcaría el límite de endeudamiento máximo que puede contraer el Gobierno federal. En caso de necesitar aumentarlo, solo tenía que pedirse. Esto es, una vez el gobierno alcanza ese techo, no puede pedir prestado ni un dólar más sin la aprobación del congreso.
Las necesidades de financiación del gobierno federal han hecho que el techo aprobado por el congreso haya subido casi cada año bajo congresos republicanos, demócratas y divididos.
Así se ha hecho con éxito una y otra vez. Según el Departamento del Tesoro estadounidense, desde el año 1960 el techo de deuda se ha elevado, modificado o temporalmente extendido en un total de 78 ocasiones, 49 a cargo de un Gobierno republicano y 29 de uno demócrata. Aunque todos en Estados Unidos están de acuerdo en la inconveniencia que supondría no pagar a los acreedores, las disputas políticas entre unos y otros están dificultando un acuerdo final.
El problema aparece cuando, como pasa en la actualidad, el presidente es de un partido (Biden es demócrata) y el congreso está dividido, y en este caso la cámara de representantes liderada por los republicanos. Cuando el gobierno está a punto de alcanzar el techo de deuda, el presidente pide al congreso que lo aumente y éste se niega a no ser que el mandatario haga concesiones.
Si no llegan a un acuerdo, el gobierno no puede pagar sus facturas y debe cerrar. Primero envía a los trabajadores no esenciales a casa (suspendidos de sueldo para ahorrar dinero) y, finalmente, deja de pagar a los acreedores.
Si eso llega a pasar, el sistema financiero mundial corre peligro ya que todo está basado en el supuesto de que el “bono del tesoro estadounidense” es absolutamente seguro y siempre va a ser pagado. Si el bono norteamericano corre riesgo de impago, todo el sistema se tambalea.
Las últimas declaraciones de Biden y del líder de la cámara de representantes son optimistas. Los dos coinciden que la tendencia del aumento de la deuda es insostenible y debe moderarse, además de la urgencia por acordar una aumento en el techo de la deuda. En los últimos 3 años la deuda en EUA ha subido de forma muy acelerada, principalmente afectada por la pandemia y los estímulos realizados por el gobierno para salir rápido de ella. Los Republicano buscan forzar al gobierno demócrata en bajar el gasto público y ahí está básicamente la negociación. No llegar a una acuerdo tiene costos políticos para los dos partidos, pero debido al tema de que Biden buscará reelegirse, es muy probable que el que termine realizando la mayor cantidad de concesiones sea el mandatario demócrata.
En 2011, Estados Unidos estuvo durante dos días en impago, durante la administración del presidente Obama. Las medidas extraordinarias se agotaron y el impago de la deuda se produjo dos días antes de que se elevara el techo.
La reacción del mercado estuvo ligada a una grave pérdida de confianza, con los bonos del Tesoro repuntando a pesar de perder su calificación AAA, las divisas refugio registrando mejores resultados y los diferenciales de crédito ampliándose.
En las próximas semanas podrían intensificarse las tensiones en los mercados, ya que lo más seguro es que se llegue a un acuerdo de última hora para elevar el techo de la deuda. La historia demuestra que la volatilidad en los mercados financieros aumenta más cerca de la fecha clave.
El peso mexicano ya ha resentido parte de esta incertidumbre. Después de haber alcanzado su mejor nivel en más de seis años, alrededor de $17.40, se ha presionado un poco a niveles cercanos a $18.0 spot, en gran parte a esta difícil negociación.