El persistente desacuerdo en Washington sobre el límite de deuda, junto con las crecientes preocupaciones inflacionarias a nivel mundial, están generando turbulencias en el mercado financiero.
Por un lado, la amenaza de un incumplimiento de la deuda de EE.UU., con un límite de endeudamiento actualmente cercano a los $31.4 billones, añade presión al ya inestable clima económico global. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha advertido que el Tesoro puede quedarse sin efectivo tan pronto como el 1 de junio, y que la ausencia de un acuerdo entre los líderes políticos para elevar el límite de la deuda podría resultar en una rebaja crediticia de la economía más grande del mundo, desencadenando un aumento en los costos de préstamos y posiblemente una recesión.
Por otro lado, las advertencias del director del Banco de Pagos Internacionales, Agustín Carstens, sobre la necesidad de que los bancos centrales mantengan la lucha contra la inflación, añaden una segunda capa de preocupación.
Según Carstens, es vital que la política monetaria se enfoque en llevar la inflación a niveles consistentes con los objetivos del banco central, sin ceder ante los obstáculos. Un desvío de esta lucha podría generar un golpe significativo en la confianza del público en las políticas monetarias, exacerbando aún más la incertidumbre económica.
Según la teoría de las expectativas racionales, si los inversores anticipan un incumplimiento de la deuda de EE.UU. y temen una creciente inflación, pueden comenzar a vender acciones, provocando una caída en los índices bursátiles, como el S&P 500. En 2011, una situación similar resultó en una disminución del 16% en el S&P 500 durante un período de 10 días.
La teoría Keynesiana sugiere que en un entorno de incertidumbre, los inversores pueden volverse hacia activos seguros, como los bonos del Tesoro de EE.UU., que históricamente han atraído una afluencia de efectivo en tiempos de estrés, y hacia activos de refugio como el oro.
Este escenario económico dual, marcado por la incertidumbre fiscal en EE.UU. y las crecientes preocupaciones inflacionarias a nivel global, resalta la importancia de una gestión prudente de las carteras y una estrategia de inversión sólida. Los inversores deberían estar preparados para la posibilidad de mayor volatilidad del mercado a medida que se acerca el límite de tiempo para elevar el techo de la deuda y mientras los bancos centrales continúan su lucha contra la inflación.
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