Hay estrategias comerciales complejas construidas en torno a la curva de rendimiento, pero los analistas han encontrado una razón simple por la que la curva de rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos se está aplanando. Los inversores se empiezan a poner nerviosos por las elecciones presidenciales de noviembre.
El primer debate entre el presidente Donald Trump y su oponente demócrata Joe Biden el martes 29 de septiembre ha sido precedido por un movimiento hacia los bonos del Tesoro a largo plazo. Esto ha lastrado el rendimiento (el rendimientos de los bonos se mueve inversamente a los precios) y ha aplanado la curva de rendimiento.
La incertidumbre electoral y los obstáculos para las acciones presionan los bonos largos
El diferencial entre el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años y a 30 años es de sólo 76 puntos básicos, no mucho para una prima que durará otros 20 años.
El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años asciende al 0,66% y el de los bonos a 30 años, al 1,42%.
El cambio de postura de la Reserva Federal que ahora tolera una inflación más elevada antes de ajustar la política monetaria debería conducir a una curva de rendimiento más pronunciada. Las posibilidades de un crecimiento económico más fuerte y una mayor inflación a largo plazo aumentan a medida que la política de la Fed impulsa la próxima subida de los tipos de interés más cerca de la marca de 10 años.
Pero esa pronunciada curva de rendimiento no está sucediendo a medida que se acercan las elecciones. Las encuestas le dan a Biden una ventaja decisiva a nivel nacional, pero los votantes aprendieron en 2016 que estas proyecciones podrían ser engañosas. Por alguna razón, los encuestadores malinterpretaron el apoyo a Trump en aquellas elecciones y hay pocos indicios de que haya mejorado su fiabilidad.
Otra lección que aprendimos en 2016 es que las encuestas nacionales realmente no pueden predecir lo que sucederá en los estados “oscilantes” —aquellos estados que no se inclinan claramente por un partido u otro y en los que puede decidir el voto del colegio electoral independientemente del voto popular.
Hillary Clinton obtuvo 3 millones de votos más en California y lideró el voto popular a escala nacional, pero eso no la salvó de que estados oscilantes como Florida, Michigan, Wisconsin y Pensilvania se decantaran por Trump, a veces por márgenes muy estrechos, dándole esa mayoría de colegio electoral.
Las encuestas estatales son, por regla general, aún menos fiables que las encuestas nacionales, por lo que todo el procedimiento está plagado de incertidumbre.
Los analistas de ING (AS:INGA) concluyeron recientemente que otros riesgos a favor de una curva de rendimiento plana —como el estancamiento político sobre la implementación de más ayuda fiscal y el aumento de casos de COVID— normalmente se desvanecerán, pero la incertidumbre electoral mantendrá la presión sobre el rendimiento de los bonos a 30 años. Los vientos en contra en el mercado de valores podrían alentar aún más a los inversores a recurrir a los bonos del Tesoro a 30 años.
En la reacción de la semana pasada a las elecciones regionales de Italia, se hizo evidente la sensibilidad de los inversores de bonos a las elecciones. El partido de extrema derecha Liga Norte de Matteo Salvini había estado subiendo en las encuestas antes de la votación de los días 20-21 de septiembre, y se especuló que el partido conseguiría un gran avance en el feudo izquierdista de la Toscana.
Pero Liga Norte se quedó corto, y no se llevó la Toscana, así como otras dos grandes regiones, Campania y Apulia, que permanecieron en manos del centro-izquierda. El resultado no representaba ninguna amenaza para el Gobierno nacional de Roma y los inversores se sintieron aliviados.
El rendimiento de los bonos del Tesoro italiano a 10 años cayeron casi 10 puntos básicos, situándose por debajo del 0,83% frente al 0,92% de antes de conocerse los resultados, mientras que el diferencial con respecto a los bonos alemanes a 10 años se redujo a unos 135 pb, un rango no registrado desde febrero.
En Estados Unidos, hay un aluvión de noticias negativas en ambos lados mientras la carrera por la Casa Blanca entra en su tramo final.
Los senadores republicanos han publicado un detallado informe sobre los millones de dólares de los acuerdos de Ucrania y China logrados por Hunter Biden mientras su padre era vicepresidente, creando la percepción de un conflicto de intereses a pesar de que un panel de senadores bipartidistas no encontró evidencia de actos ilícitos.
El New York Times finalmente consiguió hacerse con algunas de las declaraciones de impuestos de Trump e informó de que había pagado pocos o cero impuestos sobre la renta en el período anterior a su llegada a la Casa Blanca.
Y ahora la campaña ha quedado eclipsada por el empeño de los republicanos de confirmar un nuevo juez del Tribunal Supremo para reemplazar a la difunta Ruth Bader Ginsburg antes de las elecciones. Si la candidata de Trump, la jueza de la corte de apelaciones Amy Coney Barrett, vive hasta los 87 como lo hizo Ginsburg, el puesto vitalicio en el tribunal le permitiría influir en la jurisprudencia estadounidense durante casi cuatro décadas.
¿Ayudará o perjudicará en las elecciones a los republicanos su jugada para consolidar una mayoría conservadora en el tribunal? Las opiniones están divididas en ese sentido.
Los inversores, en resumen, tienen muchas razones para estar nerviosos.