Un análisis de las tendencias del mercado a principios de septiembre sugería que la reciente corrección no había desencadenado una clara señal de aversión al riesgo. Dos meses después, no han cambiado mucho las cosas, según varios pares de ETFs que representan diversos aspectos del sentimiento del mercado a través de los precios al cierre de ayer (8 de noviembre). Los mercados se agitan a medida que diversas amenazas plantean interrogantes sobre el camino a seguir, pero por el momento todavía no es obvio que los inversionistas estén tirando la toalla con los activos de riesgo.
Empecemos por el panorama general a través de un conjunto de fondos de asignación global de activos. La proporción de la cartera agresiva (AOA) frente a su homóloga conservadora (AOK) se ha corregido en los últimos meses, pero aún se aprecia una tendencia alcista. El sesgo alcista, si se mantiene, sugiere que el apetito por el riesgo, aunque maltratado últimamente, aún no se ha rendido a una señal de aversión al riesgo.
La relación entre las acciones estadounidenses (SPY) y un subconjunto de baja volatilidad (USMV) podría estar a punto de indicar un entorno de aversión al riesgo, pero todavía no. Las próximas semanas podrían ser decisivas, en uno u otro sentido, pero por el momento este par se mantiene a la espera de ver cómo se desarrollan los diversos factores de riesgo.
Por el contrario, la fortaleza relativa de los semiconductores (SMH) frente a la renta variable estadounidense en general (SPY) sigue reflejando una tendencia alcista, aunque últimamente se encuentra en un patrón de mantenimiento. Esto es alentador, porque los valores semiactivos se consideran un indicador del apetito por el riesgo en general, así como del ciclo económico. No es una bala de plata, pero es un elemento más en la columna alcista, al menos potencialmente.
Un área que suscita más preocupación es la de las acciones inmobiliarias (XHB). La comparación de estas acciones con el mercado de renta variable en general (SPY) ofrece una perspectiva más cauta, lo que no es sorprendente, dada la reciente subida de las tasas hipotecarias.
Pero si los rendimientos del Tesoro han tocado techo, lo cual está abierto a debate, quizá lo peor haya pasado para la vivienda. De ser así, sería un buen augurio para los activos de riesgo en general. Una vez más, las próximas semanas podrían ser decisivas para decidir lo que se avecina para 2024.
Por último, la relación entre acciones y bonos (a través de SPY y BND) sigue sugiriendo que el apetito por el riesgo sólo se ha visto mermado, pero que la tendencia alcista no se ha roto. Esto es alentador, ya que el reciente repunte de las amenazas macroeconómicas y geopolíticas aún no ha hecho mella en esta relación, lo que implica una resistencia que aún favorece las asignaciones de riesgo.
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