En el día de ayer el índice Merval cayó 8.81% en un marco de incertidumbre nacional a internacional. Las principales empresas afectadas en términos de cotización fueron los bancos y las energéticas que, de manera paralela, son las principales ponderantes dentro del índice argentino. La inconsistencia regulatoria, acompañada por eventos sociales, tensión cambiaria y poca previsibilidad en términos de política monetaria provocaron movimientos en los valores a la baja con una agresividad que, según se comenta en las mesas, no se veía desde 2008.
Para contextualizar un poco la situación que atraviesa el país desde la perspectiva bursátil es necesario entender cuáles son los frentes que predominan en la actualidad. Por un lado nos encontramos en un marco global que está desarmando posiciones en mercados emergentes de manera rápida y con profundidad, basta con ver lo que ocurre con nuestro vecino, Brasil, que sumido a fuertes tensiones políticas y cambiarias, sus activos sufren constantes golpes y caídas. Paralelamente, la tensión geopolítica planteada por el gobierno de Trump y su iniciada guerra comercial pone en vilo la alocacion de los capitales alrededor del mundo. Los fondos de inversión bajo la premisa de conservar el capital de manera agresiva, hacen masivos “sell off” y luego analizan si es momento de re ingresar. No preguntan y venden. Venden y después preguntan.
Como esta “guerra comercial” aun no fue estrictamente implementada, las consecuencias no son claras de manera directa y mucho menos indirecta. Esto explica la agresividad con la cual las administradoras de capital parecieran “huir” de cualquier activo que esté involucrado al comercio exterior de EEUU o China.
Adicionalmente, la tensión puesta en el precio y oferta del crudo pone al commodity en una posición volátil a las empresas relacionadas. Los integrantes de la OPEC entran en un constante juego de rumores y amenazas que impactan de lleno en empresas de todo tipo relacionadas al rubro, ya sea up-stream, mid-stream y down-stream. Como si fuese poco, el nivel de precio alrededor de los US$ convierte en rentable el uso de técnicas alternativas para la producción del crudo como lo es el fraking y el shale oil.
En cuanto al marco nacional, existen focos de incertidumbre que promueven la tensión para los inversores. Si bien, durante los últimos dos meses, el país recibió buenas noticias en términos externos como lo es la habilitación de la línea de crédito del Fondo Monetario Internacional y la reclasificación del mercado a emergentes por parte de MSCI, la tendencia bajista pareciera ser más fuerte y predominar en la plaza.
En términos internos el país está atravesando una etapa delicada. La imprevisibilidad de política monetaria y cambiaria genera turbulencia y adversidad para las administradoras. Constantes conflictos sociales que, si bien no escalan a mayores, dañan a la economía local, tampoco son atenuantes de la situación ni ayudan al panorama.
Los datos de la actividad económica empiezan a mostrar los primeros signos de recesión. El último sondeo mostró una desaceleración en la actividad económica principalmente impulsada por el agro que sufrió una de las peores sequías de la década. Si bien hay rubros que se mantienen fuertes como lo fue la construcción y la intermediación financieras, el peso del agro en la economía argentina es lo suficientemente representativo como para anular casi el total del resto de las industrias.
Los ojos del mundo evidentemente no están mirando con confianza a Argentina en este momento. El panorama no es claro para ninguno de los participantes del mercado y en un ámbito de aumento de tasas de referencia como de fortalecimiento del dólar a nivel global, la salida de capitales se incrementa casi exponencialmente. Una clara explicación de la tendencia bajista del país se puede asociar al índice de Riesgo País elaborado por JP Morgan (NYSE:JPM). La correlación matemática entre este índice que mide le prima de riesgo que debería pagar los bonos de un país por sobre la tasa libre de riesgo, es de -0.96 (y 0.92 con correlación de R2) respecto al desempeño del índice en dólares. Es decir, que a mayor riesgo, más cae el Merval en dólares.
¿Hacia dónde vamos?
La posible dirección del mercado es difícil de prever en el ámbito actual. De momento, y habiendo roto significativos indicadores de venta, no se ve un nivel claro para la detención de la caída. El flujo predomina en situaciones críticas como esta y no hay análisis fundamental o técnico que permita adelantarse. De todas maneras, es clave conservar la calma e identificar la situación en la que estamos.
De momento estamos haciendo mínimos del año en pesos y en dólares (14.5% y 41.9% respectivamente). En término de dólares, el índice ya borró la ganancia del 2017 en menos de 4 meses. La zona de 26,000 puntos fue rebote en el mínimo anterior y nos traslada a precios de octubre del año pasado. El volumen operado a la baja es fuerte (con el promedio de rondas por arriba de los 1.000 millones de pesos) y se denota en los ADR llegando a operar hasta +50% del volumen promedio de rueda.
Desde el punto de vista técnico, esta zona debería respetarse para no pasar al siguiente soporte identificable en 22,500 puntos (-13.5%). En el caso de rebotar, la próxima zona de contención se encuentra muy cercana en los 28,000, que debe cruzar con intensidad y volumen para cimentar un buen rebote que vaya a buscar la próxima zona de congestión en 32,000 puntos (+23.1%).
Si bien los indicadores marcan una divergencia alcista, como es el RSI, las condiciones predominantes de flujo no son las indicadas para hacer una entrada en Argentina. Si nuestra premisa es la conservación del capital, no sería recomendable entrar. De estar adentro, utilizaría los eventuales rebotes para hacer una salida (o disminución) de posiciones con alta vulnerabilidad (bancos y energéticas). Si bien las empresas empiezan a mostrar ratios atractivos (como el caso de SUPV con un PER de 9.7), no es un indicador de que el mercado no siga a la baja y que los papeles sigan depreciándose a una velocidad vertiginosa.