A nivel de actividad, en el 2018 estimamos un crecimiento económico de 2,4%, debido al consumo de los hogares (+2,6%) y las exportaciones (+6,5%). El fuerte ligamen comercial entre Estados Unidos, México y la solidez de la economía norteamericana, contribuye al dinamismo de las exportaciones en México, esto a pesar de la incertidumbre con relación al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA).
En cuanto a la política monetaria, el pasado junio el Banco Central de México (Banxico) acordó subir la tasa de política de 7,50% a 7,75%. Según el comunicado, la decisión radica en el impacto sobre la inflación ante el comportamiento del tipo de cambio observado en los últimos meses. Para Banxico, la devaluación del peso mexicano (15 de junio: MXN=20,716 y 30 de marzo: MXN=18,271) se explica por el aumento de tasas de interés internacionales, el proceso electoral y la incertidumbre de las negociaciones de NAFTA.
Desde nuestra perspectiva, el último punto es el que ha tenido más impacto debido al debilitamiento de las negociaciones y las posturas del presidente de E.E.U.U., Donald Trump, en cuanto al comercio internacional en las últimas semanas. De esta manera, Banxico deja la puerta abierta para nuevos aumentos en la tasa de política por el impacto que puede tener el tipo de cambio sobre los precios.
Finalmente, en materia de riesgos todo gira en torno a las negociaciones de NAFTA y del presidente electo mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En los últimos meses previo a las elecciones, AMLO comenzó a disminuir su tono “populista” para volverse más conciliador y con algunos elementos pro-mercado. El punto clave fue relevar a su equipo económico con economistas reconocidos que le dieron un mensaje positivo al mercado.
En ese sentido, en Aldesa no vemos grandes cambios riesgosos a nivel interno durante la administración AMLO. No obstante, los riesgos se centran sobre el posible manejo que se quiera dar en materia de política energética (regulación de los precios de los hidrocarburos, un papel más fuerte del Estado a través de Petróleos Mexicanos [PEMEX], entre otros) y el manejo de las negociaciones de NAFTA.
Este último punto es clave, ya que puede revertir la tendencia del crecimiento económico mexicano.