¿Se acuerdan cuando la ex presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que no creía que volviéramos a ver una crisis financiera “durante nuestras vidas”? Eso fue en junio de 2017.
Menos de tres años después, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha dicho la semana pasada que la economía mundial entró en recesión debido a los efectos de la pandemia de Covid-19, y que podría ser “tan mala o peor que en 2009”. Aquí se lo adelantamos: será mucho peor. No hay duda.
El ciclo económico de auge-crisis-auge-crisis es provocado por la intervención (manipulación) de las autoridades financieras y monetarias que, en su afán por el despilfarro, expanden 'ad infinitum' el endeudamiento.
Cuando el ciclo creciente de préstamos comienza a menguar, el hilo siempre se rompe por lo más delgado -los deudores de baja calidad-, lo que desata una reacción en cadena que va haciendo caer en quiebra a empresas, industrias completas y hasta gobiernos.
La falsa solución es siempre la misma: inyectar más deuda abaratando artificialmente las tasas de interés, rescatar empresas quebradas e irresponsables que se endeudaron hasta el cuello, y “estimular” la economía a través de la expansión del gasto público. ¡Bingo!
El problema es que, de fondo, la enfermedad económica del exceso de deuda no se corrige. Los datos hablan por sí solos.
La deuda global a inicios de siglo era de 85 millones de millones de dólares (mdd), y en 2008 -año de la crisis-, llegó a 173 millones de mdd.
Sin embargo, según cifras del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), al cierre del tercer trimestre de 2019 el endeudamiento global alcanzó los 253 millones de millones de dólares (trillion, en inglés), y con la crisis de coronavirus, en 2020 el crecimiento de la deuda global será exponencial. ¡Por eso las crisis son más fuertes cada vez!
Si la base del crecimiento económico mundial fuera el ahorro, y no el crédito, el ciclo económico podría eliminarse. Es posible crecer sin crisis, pero para eso, es indispensable un sistema monetario sólido, honesto y fundado en la disciplina del ahorro. Eso implica siempre que los gastos totales sean siempre MENORES a los ingresos, y no al revés.
El ahorro puede y debe crecer de manera constante, porque es necesario reponer el capital que se va desgastando. A diferencia de la deuda, el ahorro SÍ se puede acumular de forma continua.
No es lo mismo ahorro que crédito, ni expansión de deuda que acumulación de capital.
Como quiera, aunque sea lo incorrecto, es lo que se hará una vez más todos los países del orbe… con algunas excepciones, como México.
Y es que la explosión de deuda que tuvimos en el irresponsable sexenio de Peña Nieto, hace inviable que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pueda estimular abriendo la llave del gasto. Eso explica por cierto, por qué no ha habido apoyos fiscales a las empresas: el fisco necesita exprimir hasta la última gota que pueda de los contribuyentes.
¿Qué debería hacerse? Recortar el gasto público, dejando de derrochar en los grandes proyectos sexenales de Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía. Si el gobierno no lo hace, es imposible que pueda brindar apoyos a las empresas para evitar que cierren y despidan a miles de trabajadores.
Como no hay visos de que ese recorte vaya a llegar, puede darse por descontado que México está a las puertas de una Gran Depresión, que podría ser incluso peor que la sufrida hace casi 100 años.
Ya los pronósticos de calificadoras y bancos hablan de un desplome del PIB de México de hasta 7% en 2020. ¡Brutal!
S&P ya incluso degradó la calificación del país y de Pemex con una perspectiva negativa. Es increíble e irresponsable -además de común entre las grandes calificadoras- que mantengan todavía el grado de inversión para México, cuando dada la debilidad estructural de sus finanzas públicas, su deuda debería ser considerada ya como “basura” (especulativa y riesgosa).
México va hacia la quiebra. La gran ironía es que, para evitar llegar ahí, López Obrador tendrá que acudir tarde o temprano al “neoliberal” Fondo Monetario Internacional (FMI) a pedir prestado.
En suma: vamos mal y estaremos peor. Los pésimos fundamentos económicos de México, y el frenón económico por el coronavirus, anticipan una depresión económica para que la que la mayoría no está preparado.