A estas alturas del siglo XXI, me sigo topando con algunos despistados que piensan que la moneda de un país está respaldada por oro. Una cosa es que una nación cuente con reservas oficiales, y otra muy distinta que su dinero tenga respaldo. Para que esto último suceda, se requiere tener una convertibilidad fija establecida que marque la equivalencia de determinada cantidad de divisa, en cierta cantidad de metal fino.
Cuando hay esa convertibilidad, existe un compromiso explícito del país de no emitir más divisa (dinero de papel, electrónico, etc.), que lo que el oro en sus arcas pueda amparar.
Pues bien, como eje del sistema monetario de Breton Wood -que surgió de la Segunda Guerra Mundial-, el dólar tuvo esa citada convertibilidad en oro hasta que sus excesos de gasto, deuda y emisión monetaria, lo llevaron a desbalances insostenibles que concluyeron con el abandono del respaldo áureo en 1971.
Desde entonces, el sistema monetario se basa de facto en un “patrón dólar”, cuyo “respaldo” no es más que la deuda de Estados Unidos, o sea, de sus contribuyentes.
A partir de entonces, comenzó una “carrera devaluatoria” que prevalece hasta la fecha sobre la “reina” de las divisas, y en consecuencia, sobre todas las demás monedas del mundo.
Dicho de otra forma, el oro sigue fungiendo como el “sol” del sistema monetario, como medida de valor, y los demás “dineros de papel”, siguen perdiendo su valor frente a él, como se expresa en el precio que se paga de cada una de ellas, por una onza troy de oro.
Hasta 1971, el tipo de cambio fue de 35 dólares por onza, y hoy, ronda los 1,500 dólares, que ni siquiera es el máximo histórico, pero que nos da una idea clara del proceso de pérdida de valor de nuestro dinero frente al dinero real (el oro) en el largo plazo. Esa tendencia mayor nunca cambiará, porque no puede mantener un valor estable un activo que se crea “de la nada” (de la deuda), de forma permanente e ilimitada, como las divisas de hoy.
En este sentido, podemos asegurar categóricamente, que el peso y el oro seguirán marchando en sentidos opuestos en términos de valor.
Y es que la misma tendencia que el dólar sufre frente al oro, la padece el peso mexicano ante el billete verde. En el largo plazo, el dólar -aunque con altibajos- sube y sube contra nuestra moneda. Esa es su tendencia mayor, y lo seguirá siendo. A su vez, aunque a un ritmo menos acelerado, el dólar pierde valor frente al oro, y lo seguirá haciendo.
Es por eso que tener pesos es tan mala apuesta por perder por partida doble, y aunque es mejor tener dólares, no hay como tener oro en nuestra cartera. Podemos decir, que de todos los activos, el oro, es el único indispensable. Pueden faltarle todos los demás, pero el oro, no, si lo que quiere es preservar valor y patrimonio para el futuro.
En términos de ciclo, considere que estamos en años como lo fueron 2006 o 2007, previos a la crisis y Gran Recesión de 2008-2009, y que concluyeron con un año de frenesí para los metales preciosos monetarios, el oro y la plata, en 2011.
No estoy diciendo que faltan 3 o 4 años para un nuevo año de locura para los metales finos. Puede ser. Pero lo relevante aquí en realidad es que, en perspectiva, los precios actuales del oro y la plata nos parecerán ridículamente bajos, y para no decir el típico “hubiera comprado más antes”, le insistimos en que no los pase por alto. Si ya tiene, ¡felicitaciones!, compre más periódicamente. Si no, con mayor razón, empiece ya.
Allá fuera en el planeta hay miles de millones de dólares a la expectativa del curso que seguirán los mercados financieros durante los próximos años. Observan los datos económicos que los definirán, y lo más probable, es que haya una nueva recesión fuerte en Estados Unidos quizá en 2021 o 2022. Como quiera, lo que es un hecho es que cuando llegue, muchos inversores buscarán refugio, y es cuando los metales no sólo podrían mantener su poder adquisitivo, sino incluso, entrar en una fase de burbuja al estilo bitcoin, que los sobrevalúe para beneficio de sus tenedores.
Entonces, y sólo entonces, será recomendable pasar a una estrategia de desprendimiento de nuestras monedas, barras y lingotes, y para eso, nos tendrá asesorándolo para cuando llegue el momento de salir de este mercado. Recuerde: no importa qué tan buen activo compre, las ganancias se realizarán sólo cuando lo venda, y para saber cuándo hacerlo, estaremos junto a usted.