Durante la segunda semana de operación de 2016, continuó la ola de alta volatilidad en los mercados internacionales. Los mercados accionarios registraron pérdidas importantes, con el S&P500 abajo 8.0% en lo que va del año, mientras que el EuroStoxx ha caído 9.6%. En Asia, el Nikkei acumula pérdidas de 9.9% mientras que el Shanghai Composite se ha contraído 18%. En este punto, los inversionistas se empiezan a preguntar si este comportamiento es simplemente una corrección de corto plazo o si estamos entrando en un período negativo para los mercados que pudiera prolongarse por más tiempo, que podría ser considerado como el inicio de una nueva crisis global. En nuestra opinión, lo más probable es que estemos presenciando una corrección como resultado de dos factores: (1) La caída de los precios del petróleo; y (2) el cambio estructural en China.
En el primer caso, la caída en los precios de los energéticos implica, en el corto plazo, menor inversión, no sólo en el sector petrolero en específico, sino en los sectores que se benefician normalmente de una expansión de éste.
Asimismo, los menores precios del petróleo obligan a los fondos soberanos de países petroleros a liquidar sus posiciones de riesgo, para regresar dinero a su gobierno, aumentando la volatilidad. Adicionalmente, menores precios del petróleo están poniendo presión a la baja en las expectativas inflacionarias, haciendo más difícil la conducción de la política monetaria. Lo anterior, sobre todo teniendo en cuenta el limitado margen de maniobra de los bancos centrales de reducir las tasas, lo que implica mayores tasas de interés real. No obstante, cabe destacar que mientras los precios del petróleo descienden más, la sensibilidad de éstos a riesgos geopolíticos y otros componentes no fundamentales disminuye también y se acercan más a fundamentales del mercado, como costos de producción, lo que nos hace pensar que nos encontramos cerca de un piso.
Adicionalmente, no hay que olvidar, que en el mediano plazo, menores precios de energéticos implican mayores oportunidades de inversión en otros sectores, así como un mayor ingreso disponible para las familias, lo que se podría ver reflejado en mayores niveles de consumo.
En lo que se refiere a China, los recientes movimientos de la divisa –y la intervención por parte de las autoridades-, ha incrementado la incertidumbre en torno a una “depreciación competitiva”. En nuestra opinión, el proceso de cambio estructural en China que está provocando una desaceleración de la economía, continuarán poniendo presión sobre la moneda, que de hecho se encuentra sobrevaluada. En este contexto, estaremos atentos la semana que entra a los datos de cierre de año de la economía china.