Como le anticipamos en este espacio desde hacer meses, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, confirmó el fin de semana que él y los demás banqueros centrales seguirán subiendo las tasas de interés hasta que estén seguros de que la inflación está bajo control.
En unas declaraciones breves y directas el viernes desde el influyente y antiguo simposio de Jackson Hole, Wyoming, Powell reconoció que el aumento de las tasas probablemente causará “dolor” a corto plazo para las familias y las empresas, que el desempleo puede ser mayor y la economía puede crecer más lentamente. Pero Powell advirtió que la alternativa de permitir que la alta inflación continúe sin control sería peor.
"Sin estabilidad de precios, la economía no funciona para nadie. Estamos tomando medidas enérgicas y rápidas para moderar la demanda, de modo que se alinee mejor con la oferta, y para mantener ancladas las expectativas de inflación", dijo Powell, destacando que seguirán endureciendo la política monetaria hasta que estén seguros de que el trabajo está hecho.
Antes de su discurso se revelaron datos de que la inflación en el consumo personal se moderó en julio. El índice de precios de consumo personal cayó un 0.1 por ciento en julio, en gran parte como resultado de la caída de los precios de la gasolina. Excluyendo los costes de los alimentos y la energía, la llamada inflación "subyacente" fue del 4.6 por ciento en los 12 meses que terminaron en julio, el menor aumento en nueve meses.
"Aunque las lecturas de inflación más bajas de julio son bienvenidas, la mejora de un solo mes está muy lejos de lo que los responsables de la política de la Fed necesitarán ver antes de estar seguros de que la inflación está bajando", dijo Powell. Y es cierto.
El banquero central repitió que otro aumento de tres cuartos de punto podría ser apropiado en la próxima reunión de política monetaria del 20 y 21 de septiembre.
Pero quizá lo más destacado del discurso de Powell – en nuestra opinión- fue cuando recordó que Paul Volcker al tomar control de la Fed en su época, Estados Unidos ya había soportado más de una década de esfuerzos fallidos, y a menudo tímidos, para controlar la inflación. Para entonces, los estadounidenses se habían acostumbrado tanto a la subida de los precios, que fue necesario un largo periodo de tipos de interés elevados -y una muy grave recesión- para que Volcker diera un giro a la situación.
“Ya son varias las referencias que hace Powell, actual presidente de la Fed, de Volcker, quien fue presidente de la Fed entre 1979 y 1987. Entre líneas podría implicar un escenario similar a la década de 1980 y que la Fed no se detendrá en subir tasa, aunque propicie recesión”, comentó la directora de análisis económico de Banco Base, Gabriela Siller. Y estamos de acuerdo.
Es muy claro incluso desde antes de Jackson Hole, que Powell se toma muy en serio su trabajo, y que a diferencia de la “paloma” inflacionaria que fue su antecesor Ben Bernanke, el actual presidente del banco central estadounidense vuela como un “halcón” antiinflacionario que se inspira quizás es el mayor “halcón” de la historia de la Fed: Paul Volcker.
Bancos centrales del mundo se unieron a Powell
Pero al igual que Powell, los banqueros centrales invitados a Jackson Hole demostraron que el mundo se dirige hacia una política monetaria más restrictiva debido a una inflación difícil de controlar.
La integrante del Banco Central Europeo, Isabel Schnabel, dijo que tanto la probabilidad como el costo de que la alta inflación actual se afiance en las expectativas son bastante altos. "En este entorno, los bancos centrales tienen que actuar con contundencia. Necesitan apoyarse con determinación contra el riesgo de que la gente empiece a dudar de la estabilidad a largo plazo de nuestras monedas fiduciarias".
El BCE está debatiendo el tamaño de la subida de los tipos de interés de septiembre, y algunos miembros sostienen que un aumento de 75 puntos básicos están sobre la mesa.
El presidente del Banco Nacional de Suiza, Thomas Jordán, dijo que los factores estructurales de la economía pueden contribuir a que la inflación sea persistentemente alta durante los próximos años, y que se está convirtiendo en una base más amplia.
"Hay indicios de que la inflación se está extendiendo cada vez más a bienes y servicios que no están directamente afectados por la pandemia o la guerra en Ucrania", advirtió.
Por su parte, Agustín Carstens, actual director del Banco de Pagos Internacionales y también un reconocido “halcón”, advirtió que la economía mundial corre el riesgo de sufrir una debilidad sostenida si los responsables de la política monetaria no colaboran con los gobiernos para revitalizar los problemas de oferta que probablemente sigan impulsando la inflación.
"La política monetaria tiene que hacer frente al urgente reto de afrontar la actual amenaza de inflación", dijo Carstens. Cabe recordar que como gobernador del Banco de México, Carstens de destacó por su combate de la inflación y fue el responsable de la compra de las 120 toneladas de oro, que a la fecha, constituyen casi la totalidad de la reserva del metal precioso del país.
Asimismo, en una entrevista con Reuters, el gobernador del Banco de Corea, Rhee Chang-yong, dijo que seguirán subiendo las tasas de interés hasta que la tasa de inflación disminuya, pero es probable que el banco central no pueda detener su endurecimiento antes que la Reserva Federal de Estados Unidos.
Rhee indicó que el banco central de Corea del Sur está listo para tomar medidas, incluyendo la intervención para estabilizar el won frente al dólar, si es necesario, si el banco determina que las fuerzas especulativas están causando la caída de la moneda.
Todos los caminos conducen a la recesión
A pesar de la admisión explícita de los banqueros centrales de que la inflación es un grave problema cuya solución pasa por disparar aún más los tipos de interés, no leerá en ninguna declaración lo que aquí le diremos: Powell y sus homólogos NECESITAN desacelerar las economías al punto de la recesión para “romperle la espalda” a la demanda y con ello controlar el alza de precios.
No hay pues una salida fácil ni “sin dolor” del grave problema en que – paradójicamente- nos metieron los propios bancos centrales al inyectar dinero “de la nada” y como nunca a la economía global tras la pandemia.
Todos los caminos conducen a una recesión, y lo que esto se traduce para los mercados financieros: los activos de riesgo se mantendrán en una tendencia bajista no exenta de rebotes temporales de “gato muerto”, mientras que los activos refugio – aparentes como el dólar y reales como el oro- se seguirán fortaleciendo. La mayoría pierde, mientras unos pocos tenedores de estos activos ganan. La historia se repite.