En Europa, algunas voces ya están pidiendo reducir su dependencia del dólar estadounidense y evitar que la región sea arrastrada a una confrontación entre China y la Unión Americana por Taiwán. Esto ocurre en un contexto (nada nuevo) en el que el bloque de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) hace lo propio para usar cada vez menos el billete verde hasta –algún día– prescindir de él en sus intercambios comerciales. Sin duda, estas acciones contribuyen a la “desdolarización” del planeta, pero de ninguna manera condenan al dólar a una muerte pronta, como algunos vaticinan.
Pero volvamos al tema de las voces europeas, que son la “novedad”: a su regreso de su gira de tres días por China, el presidente Emmanuel Macron volvió a destacar su teoría de la “autonomía estratégica” para Europa, presumiblemente liderada por su país, Francia, a fin de convertirse en una “tercera superpotencia” junto con China y Estados Unidos.
El gran riesgo que enfrenta el viejo continente es que se vea atrapado en crisis que no son propias y que le impidan construir su autonomía estratégica, señaló el gobernante galo en entrevista con el medio POLITICO.
Durante dicho encuentro los días 5, 6 y 7 de abril, el presidente Xi Jinping y los líderes del Partido Comunista Chino respaldaron con entusiasmo el concepto de autonomía estratégica de Macron. De hecho, las autoridades del país asiático constantemente hacen referencia a ello en sus relaciones con naciones europeas.
El primer mandatario francés sugirió que Europa debe reducir su dependencia de la “extraterritorialidad del dólar estadounidense”. En este punto, anote que ése es un objetivo político clave tanto de Moscú como de Beijing, ya que la política de sanciones estadounidense contra Rusia, China, Irán y otros países se basa en negar el acceso al sistema financiero global denominado en dólares.
Incluso, algunos países del viejo continente se han quejado del uso del dólar como “arma” por parte de Washington, lo que obliga a las empresas europeas a renunciar a negocios y cortar lazos con terceros países o enfrentar sanciones secundarias.
Macron advirtió, asimismo, que la dependencia de Europa con Estados Unidos por armas y energía debe ser reducida y que ahora es necesario centrarse en impulsar las industrias de defensa europeas.
Y aunque no abordó lo relativo a las garantías de seguridad continuas de EU para el viejo continente, afirmó que ya había “ganado la batalla ideológica por la autonomía estratégica” de Europa.
El consenso de analistas advierte que si Europa desea establecer su propia autonomía estratégica necesitará encontrar una manera de aumentar su capacidad de defensa mientras mantiene una presencia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y de fomentar el desarrollo de tecnologías de vanguardia.
Además, requerirá un compromiso financiero significativo, así como reducir su dependencia de la energía y las armas estadounidenses, en tanto que eleva la producción de energías renovables y potencia la cooperación en materia de defensa entre los Estados miembros de la Unión Europea.
El primer paso de los países BRICS
Del otro lado, el de los BRICS, le cuento que la semana pasada en el Foro Empresarial para el Desarrollo y Crecimiento de la Asociación Estratégica Ruso-India en Nueva Delhi, el vicepresidente de la Duma Estatal (o Cámara Baja) rusa, Alexander Babakov, anunció que los integrantes de ese grupo trabajan ya en la creación de una nueva moneda.
El legislador indicó que han realizado importantes movimientos lejos del sistema financiero y de comercio internacional dominado por Estados Unidos, y que el primer paso es la transición a los pagos en sus monedas nacionales. “La disposición para realizar este proyecto se indicará en la próxima cumbre BRICS, que se llevará a cabo en agosto en Durban, Sudáfrica”.
Aunque no se han revelado más detalles sobre tal proyecto, está claro que su alcance será significativo. Los actuales países BRICS ya representan el 40 por ciento de la población mundial y una cuarta parte del PIB global.
Babakov precisó que la nueva moneda se basará en una estrategia que no defiende al dólar ni al euro, y estará vinculada al valor del oro, pero también al de otros minerales (incluidas las tierras raras), extensiones de suelo y diversas materias primas.
Buenas ideas e intenciones de los BRICS, pero malos resultados
Una cosa es que el dólar estadounidense sea una divisa condenada a una “muerte lenta” como divisa de reserva y a la pérdida de su poder de compra ante la emisión desenfrenada e infinita de deuda, y otra que su debacle sea inminente.
Para desgracia de los BRICS, hace falta mucho más que acuerdos multilaterales para establecer una “moneda única” en la que todos puedan confiar (y nadie pueda emitir a placer). Lo anterior, sin contar que por más que tengan intenciones de usar materias primas como “respaldo”, el oro es en realidad la única que puede fungir como dinero –como lo ha hecho por milenios–, y este seguirá cotizando, les guste o no, predominantemente en dólares.
Así es, entonces, que el mundo va transitando de manera lenta a una bipolaridad en la que, por más que algunos como el presidente Macron lo deseen, Europa no podrá desligarse de Estados Unidos, quien seguirá liderando al bloque occidental.
Del otro lado, el bloque oriental estará dominado por China, India y Rusia, que históricamente no han estado exentos de diferencias que complicarán mucho su integración, y que cuando la consigan –si es que lo logran– poco o nada podrán hacer para “enterrar” al dólar, que –ni lo dude– no se quedará de brazos cruzados.