La economía global ha sido resiliente a diversos eventos de los últimos años, pero ya genera un marcado desempeño deficiente como resultado de los efectos retardados de las políticas monetarias restrictivas, el debilitamiento del comercio global, la desaceleración de la economía china y las incertidumbres en torno a las próximas elecciones estadounidenses y posibles cambios en su política comercial. Una escalada del conflicto en Medio Oriente podría complicar la situación al aumentar las incertidumbres, perjudicar los esfuerzos por combatir la inflación y reducir el crecimiento del PIB mundial.
Ha pasado más de un año desde el ataque liderado por Hamás contra Israel. La respuesta de Israel en Gaza ha resultado en afectaciones generalizadas y una pérdida significativa de vidas; el conflicto se ha expandido más allá de Gaza, involucrando a los hutíes en Yemen, a Hezbolá en el Líbano y a los ataques iraníes contra Israel.
Además del costo humanitario de los conflictos, la guerra y la posibilidad de una mayor expansión, se consideran importantes repercusiones para la economía mundial. Una escalada del conflicto en Oriente Medio podría generar mayores incertidumbres geopolíticas. Tras el ataque liderado por Hamás el 7 de octubre de 2023, el Geopolitical Risck Index (GPR) ha tocado niveles superiores a sus registros históricos, por ejemplo, mayores a los observados durante el ataque de ISIS en París en noviembre de 2015.
Diversos análisis indican que un mayor riesgo geopolítico eleva los precios del petróleo, reduce la inversión global, aumenta la inflación, tiene un impacto significativamente negativo en la confianza de las empresas y los consumidores, y reduce los flujos comerciales y financieros mundiales, lo que provoca una mayor volatilidad en los flujos de capital en los mercados emergentes.
Otra forma en la que el conflicto de Medio Oriente podría afectar la economía global es su impacto en los precios de la energía, tanto directamente a través de recortes de producción como indirectamente a través de mayores incertidumbres. En respuesta a las acciones de Israel contra sus vecinos, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría reducir la producción de petróleo para penalizar a los países que apoyan a Israel. Una acción similar en la década de 1970 provocó un salto significativo en los precios del petróleo, lo que contribuyó a años de estanflación, mayor inflación global y recesiones en las principales economías.
El conflicto también podría afectar la economía a través de mayores costos de envío e interrupciones en la cadena de suministro. Los ataques hutíes a barcos comerciales en el Mar Rojo a finales de 2023 demostraron que tales perturbaciones pueden tener un enorme impacto en el comercio mundial a través del transporte marítimo, que representa el 80% del volumen del comercio mundial. Un análisis de NiGEM Simulations señala que esto podría llevar a un aumento de 10 puntos porcentuales en la inflación de los costos de envío, originar que los precios de las importaciones aumenten hasta alrededor del 1% y que la inflación al consumidor aumente 0.5% en los países de la OCDE.
Respecto a la política monetaria, es posible que los bancos centrales tengan que adoptar una postura más dura en respuesta a las crecientes presiones inflacionarias derivadas del conflicto de Oriente Medio. Esto podría conducir a tasas de interés más altas, lo que frenaría aún más la actividad económica, particularmente en un entorno donde ya existen preocupaciones de recesión en algunas economías importantes.
Más allá de sus implicaciones económicas, una escalada del conflicto en Medio Oriente podría desencadenar desplazamientos de personas a gran escala, lo que aumentaría las presiones económicas y sociales sobre los países vecinos.