por Mercedes del Signo del Rio
Infosel, octubre. 7.- La llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, hace ya 10 meses, despertó los peores temores que algunos tenían sobre un giro de 180 grados en la reciente apertura del sector energético mexicano, por las promesas que hacía el entones candidato de tumbar las reformas estructurales de su antecesor, incluida la que permitió el acceso de capitales privados a la industria de los hidrocarburos tras casi ocho décadas de monopolio estatal.
Una vez en el cargo, López Obrador optó por no deshacer esa reforma --como sí lo hizo con otras como la reforma en materia educativa, que ya fue derogada--, pero al mismo tiempo no dejó de mandar señales de desconfianza sobre los beneficios de la participación privada en el sector energético.
El cambio entre el tono antes antagónico y ahora escéptico del mandatario pudiera parecer a simple vista un cambio menor, pero para muchos refleja el esfuerzo que están haciendo personas cercanas al círculo de colaboradores del presidente sobre la importancia de la participación privada en esa industria.
Ese esfuerzo, del ala considerada como moderada y más proclive a la apertura del gobierno, ha despertado renovadas esperanzas de un tono menos crítico con la interacción entre los sectores público y privado, que ayudaría a sacar adelante la industria energética del país. Claro que es incierto aún si será suficiente para cambiar la visión del mandatario.
"Algunos de los factores estructurales que pueden estar facilitando una mejora [en la perspectiva de la economía de México el año próximo] incluyen: (1) el ala tecnócrata del gobierno ganando ventaja frente al equipo más conservador (o menos técnico); (2) la aparente mejora en la relación de trabajo entre el personal del presidente, la Secretaría de Hacienda y la comunidad empresarial; y (3) la reevaluación aparente del presidente de la importancia de la inversión privada en el sector energético", escribió el economista Alonso Cervera, del banco de origen suizo Credit Suisse (SIX:CSGN), en un reporte publicado hace unos días donde estima que la economía tocaría fondo este año para repuntar a partir de 2020.
Si bien el economista de Credit Suisse reconoce que ahora está en un espectro 'optimista' sobre la economía de México, que quizá no es compartido por la mayoría, tampoco parece estar solo en esta visión.
Los que quieren convencer al presidente
Entre la lista de esos funcionarios potencialmente aliados están algunos nombres como Alfonso Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia; Abel Hibert, un economista que asesoró al equipo de López Obrador en la formación de su plan y ahora colabora en la oficina de Romo; o el mismo Arturo Herrera, el secretario de Hacienda y Crédito Público, quienes han dicho en más de una ocasión que es fundamental incorporar a la iniciativa privada en los proyectos del sector energético para que el país cumpla sus metas de crecimiento.
"Es un esfuerzo que llevamos trabajando dos años y medio, hemos ido avanzando, de alguna manera, cambiando la percepción del presidente", dijo Hibert, a mediados de septiembre, en entrevista con el diario Reforma.
En junio, Alfonso Romo sugirió que el presidente podría incluso reconsiderar la colaboración con el sector privado para alcanzar las metas de producción de crudo, tras un encuentro con empresarios del ramo.
"El resultado de la reunión fue: la pelota está de su lado, si ustedes me cumplen la producción. . . en pocas palabras, yo me comprometo a reconsiderar abrir las rondas petroleras", dijo López Obrador en aquel encuentro, que fue narrado por el jefe de la oficina de la Presidencia, durante su participación en la reunión anual de consejeros regionales del banco BBVA (MC:BBVA) México.
Para lograrlo, Romo o cualquier otro tendrá que quitar de la mente de López Obrador la idea de que la reforma energética fracasó.
López Obrador, quien es originario del estado petrolero de Tabasco, siempre ha tenido una visión estatista sobre el sector energético en México y ha denunciado que, a su juicio, la empresa estatal Petróleos Mexicanos atraviesa una crisis financiera y operativa por el mal manejo de administraciones pasadas, que se agravó con la entrada de competidores.
Otros, aunque coinciden con los yerros de administraciones pasadas, creen que dar la espalda al capital privado podría ser igualmente erróneo.
La producción de crudo "va a ir aumentando algo y nosotros nos hemos reunido también, en el lado de Hacienda, con las compañías petroleras. Ellas nos han traído sus planes y claramente van a estar produciendo montos importantes después del sexenio", dijo el secretario Herrera, en una conferencia de prensa del presidente a inicios de septiembre. "Quien me ha clarificado este ciclo han sido las compañías petroleras".
Claro que, de reconocer la importancia de la colaboración con privados en energía a convencer al presidente, aún hay un camino largo, de acuerdo con expertos.
"Dentro del propio gobierno federal hay visiones muy muy distintas. Si tienes por un lado a Alfonso Romo que a lo mejor es nacionalista, pero quiere impulsar a la iniciativa privada, y tienes a gente. . . buscando imponer una visión estatista y no hacia la inversión privada", comentó Víctor Ramírez Cabrera, un consultor independiente en materia energética, en una entrevista telefónica. "Entonces la gran pregunta es quién va a ganar en esta visión".
La batalla no solo es en petróleo
Las dudas sobre el mejor camino para desarrollar la industria energética no son exclusivas de la actividad petrolera. Otras industrias igualmente cruciales, como la eléctrica, también enfrentan reacomodos que podrían definir qué clase de proyecto aplicará la administración lopezobradorista.
Al iniciar este gobierno, la Secretaría de Energía, que está a cargo de la ingeniera Rocío Nahle, anunció la cancelación de las subastas eléctricas de largo plazo que diseñó el gobierno anterior --para poner a competir a las empresas privadas para vender electricidad al gobierno a los menores costos posibles—acto que también fue para muchos un mal augurio.
"Es una total desventaja para la empresa del Estado, que es la que nos garantiza y soporta en este país el servicio de electricidad a la zona residencial y a la zona industrial", dijo la titular de Energía, en un foro organizado por la empresa Siemens y el periódico El Financiero.
Esa señal adversa, sin embargo, fue matizada ahí mismo por la funcionaria, quien reconoció que están evaluando opciones para seguir colaborando con el sector privado.
"¿Vamos a hacer una cuarta subasta? Sí, probablemente sí, lo más inmediato que se pueda y dependemos de la transmisión", dijo Nahle en ese foro. "Donde se requiera para tener un balance en el territorio nacional, por supuesto encontrando las mejores condiciones óptimas".
Si México acepta la colaboración de empresas nacionales y extranjeras, podría encontrar beneficios importantes.
"Si fuéramos pragmáticos, el que más gana con las subastas es CFE suministradora de servicios básicos, y gana el ciudadano", agregó Víctor Ramírez, en la entrevista. "En realidad no alcanzan los recursos y el gobierno debe dejar ir esa parte. . . Necesita recursos para salud, para educación, para desarrollo social y permita entonces el aprovechamiento total de la reforma energética y darle más recursos fiscales al Estado".
El presidente López Obrador ha planteado la meta de lograr un crecimiento de 4% promedio al final de su sexenio, sin dejar de lado la ambiciosa meta de apoyos sociales que tiene en marcha, lo que para muchos será difícil de lograr sin la interacción con empresarios.
"En nuestra opinión, la mayor parte de las preocupaciones que han perseguido a los inversionistas no se han materializado", escribieron Marco Oviedo y Sebastián Vargas, economistas con el banco de origen británico Barclays (LON:BARC), en un reporte en el que mejoraron la expectativa del desempeño de la deuda soberana del país. "Pensamos que López Obrador será pragmático en varios aspectos económicos, como la política energética y mantener las finanzas públicas bajo control".