Por Dave Graham
PEÑAS BLANCAS, Costa Rica, 18 nov (Reuters) - En la semana que el migrante cubano Lenin Rivacoba lleva durmiendo al raso en la frontera de Costa Rica con Nicaragua, resultó cegado brevemente por gas lacrimógeno, perdió la audición en un oído y se está quedando sin dinero.
Pero Rivacoba, cuyo nombre de pila honra al revolucionario soviético Vladimir Lenin, aseguró que prefiere morir antes que regresar con su familia a Cuba, porque eso significaría abandonar el sueño de empezar una nueva vida en Estados Unidos.
"Es llegar o morir", dijo Rivacoba, un profesor de 30 años, padre de dos y cuya abuela vendió su casa por 5.000 dólares para pagarle el pasaje al norte. "No puedo regresar. Están esperando que yo empiece a mandarles dinero", agregó.
Rivacoba es parte de una oleada de cubanos que buscan llegar a Estados Unidos porque temen que el reciente deshielo entre La Habana y Washington acabe con sus privilegios migratorios.
Mientras los emigrantes de toda América Latina sufren para lograr la residencia y muchos viven ilegalmente en Estados Unidos temerosos de ser deportados, los cubanos reciben con facilidad su residencia bajo la Ley de Ajuste Cubano de 1996.
Junto con otros 1.000 agotados pero determinados compatriotas, Rivacoba ha estado varado aquí desde que el Gobierno izquierdista de Nicaragua, un cercano aliado de Cuba, rechazó dejarlos cruzar la frontera la semana pasada.
Los cubanos llegaron a bloquear el tráfico de la frontera en un intento por hacer ceder a las autoridades nicaragüenses, desesperados porque dicen que han tenido que vender todas sus pertenencias para hacer un viaje que no tiene vuelta atrás.
Desde bebés a abuelos, todos han convertido el puesto fronterizo de Peñas Blancas en un refugio temporal con precarias camas, pilas de equipaje y ropa colgada para que se seque. Otros cientos se alojan en edificios de la cercana ciudad de La Cruz.
Desde que la relación cubano-estadounidense comenzó a mejorar en diciembre, el número de cubanos que utilizan la ruta centroamericana se ha disparado.
Según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos publicadas por Pew Research Center, unos 27.300 cubanos entraron al país en los primeros nueve meses del año fiscal 2015, lo que supone un aumento de casi el 80 por ciento respecto a 2014.
Aunque dos tercios llegaron por tierra a través de Laredo, en Texas, también se duplicaron las llegadas por mar respecto a 2014, a más de 7.000 vía Miami, según los datos.
La gran mayoría de los cubanos en la frontera con Nicaragua dice que viajó legalmente a Ecuador y pasaron ilegalmente a Colombia buscando llegar a Centroamérica. Algunos aseguraron haber cruzado el Caribe hasta Venezuela, vía Trinidad y Tobago.
Todos dijeron que dejaron la isla para mejorar su situación económica y muchos estaban preocupados ante la posibilidad de que termine pronto la política "pie mojado, pie seco", que permite quedarse a los cubanos que pongan un pie en suelo estadounidense y deporta a los capturados en el mar.
"Dicen que lo van a cambiar en enero", dijo Yahumara Ramírez, enfermera de 39 años, quien fue devuelta a Cuba en 2013 en su primer intento por llegar a Estados Unidos.
El gobierno comunista de Cuba culpó el martes de la crisis a Estados Unidos y su legislación de la Guerra Fría, aunque varios funcionarios estadounidenses han asegurado que no existen planes de modificarla.
EXTORSIÓN HACIA EL "SUEÑO AMERICANO"
En la accidentada ruta hacia el "sueño americano", el tramo colombiano es el de peor reputación.
Los migrantes se escabullen en la ciudad colombiana de Ipiales, atravesando Cali y Medellín, para llegar a Panamá vía Puerto Obaldía, y abundan los relatos de extorsión, tanto por la policía como por los "coyotes" que trafican personas evadiendo a las autoridades.
Alberto Pérez, un aspirante a actor de 24 años, dijo que tuvo que pagar a los oficiales sobornos de 20 dólares o más unas 18 veces mientras cruzaba Colombia.
"Dicen que es por 'colaborar'", cuenta irónicamente, agregando que las patrullas policiales alertaban por radio a sus colegas sobre la llegada de los cubanos.
Su compañero Johannes Burgos, de 26 años, dijo que él y otros 12 fueron obligados a pagar 1.500 dólares cada uno a un grupo de coyotes que los amenazó cuando entraban en Panamá.
Los migrantes aseguran que en Panamá y Costa Rica los trataron bien, pero maldicen al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, un cercano aliado de La Habana desde la Guerra Fría, por cerrar la frontera.
Previamente Nicaragua era una vía libre para los migrantes, hasta el cierre temporal de la frontera de Costa Rica con Panamá tras una operación contra el tráfico de personas. Cuando la frontera reabrió el fin de semana pasado, se desató un torrente de cubanos hacia el norte.
Nicaragua respondió cerrando su frontera con tropas. Los cubanos frustrados protestaron en la divisoria y esta semana las filas de camiones llegaron a los cuatro kilómetros del lado costarricense.
Costa Rica ha pedido una cumbre regional para crear un "corredor humanitario" que permita pasar a los cubanos, alegando que de otra forma caerán en manos del crimen organizado.
Rivacoba y otros cientos de emigrantes intentaron cruzar a Nicaragua el domingo cuando a los cinco kilómetros la policía apareció y abruptamente los devolvió utilizando gas lacrimógeno, dijo.
La policía también hizo disparos al aire y uno fue tan cerca de la oreja de Rivacoba, que aún no recupera del todo la audición.
Pero pese a todo el enojo contra Nicaragua, el principal foco de la ira de los cubanos es hacia su propio gobierno, al que acusan de corrupción, ineficiencia y represión.
Acunando a su hijo de 10 meses en una toalla en el caluroso interior de un refugio de la Cruz Roja, a sus 28 años Yordanis Boza dijo que incluso si la mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba ayuda a la economía, no será lo suficientemente rápido para que los disfruten su esposa y sus dos hijos.
"Si trabajas un año en Estados Unidos es como trabajar diez años en Cuba (...) o más", aseguró. (Reporte adicional de Enrique Andrés Pretel, editado por Tomás Sarmiento y Ricardo Figueroa)