20 jul (Sentido Común) - Pocas horas después de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, o Inegi, la agencia mexicana encargada de elaborar las cifras económicas y sociales de México, anunciara --con cierta gloria-- que había mejorado la forma como captaba el ingreso de las familias en México, estalló una tormenta.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, o Coneval, la entidad gubernamental encargada, entre otras atribuciones, de medir la pobreza, disparó un inusual comunicado en el que se abalanzó contra el Inegi y en el que reflejó su enfado por el cambio que realizara a la forma como venía captando el ingreso de los hogares mexicanos en "campo", es decir, en las viviendas de las familias mexicanas.
Los cambios en la forma de obtener la información "carecen. . . de carácter técnico que los justifique y no fueron debatidos" con nosotros, escribió ese Consejo en su comunicado, agregando que no había sido consultado, como debió haber sido por tener un acuerdo inter-institucional ante su responsabilidad legal de medir la pobreza en México y con datos precisamente recabados por el Inegi. "El proceso de captación del ingreso. . . no fue transparente".
A partir de la publicación de los dos comunicados y de otros comentarios, como el que hizo Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval en su cuenta de Twitter, en donde dijo que los directivos del Consejo estaban "muy molestos" por la falta de aviso al cambio metodológico, han surgido diversas observaciones que reflejan que la desavenencia podría desencadenar en mayores problemas si las dos instituciones no atajan sus diferencias pronto.
El problema desde la perspectiva de varios es serio porque el cambio en la metodología que hizo el Inegi no solo hace, al menos hasta ahora, incomparables las nuevas cifras con las anteriores, sino que además proyecta cierta sombra sobre una institución que era hasta ahora considerada autónoma y profesional en sus labores de recopilación de estadísticas.
"La modificación de la metodología para medir la pobreza, realizada unilateralmente por el Inegi, está causando un escándalo y no es para menos", escribió el columnista Raymundo Riva Palacios, en el periódico El Financiero. "Según el reporte trimestral sobre ingresos en los hogares, los más pobres tuvieron un incremento real de 33.6% en un solo año".
Ese incremento hace que el cambio metodológico y la falta de comunicación previa de él por parte del Inegi, esté tomando dimensiones que van más allá de una discusión académica.
Para algunos el manejo poco transparente del Instituto ha generado sospechas sobre si el cambio metodológico, no responde más a un interés político, que a un interés estadístico por medir mejor los ingresos en el país.
Tras las dudas que reveló el titular del Sistema de Administración Tributaria, Aristóteles Núñez, en octubre del año pasado sobre la forma como el Inegi mide el producto interno bruto, el cual desde su perspectiva está subvaluado, muchos han vinculado el cambio metodológico a una presión gubernamental para que el país cuente con cifras que reflejen una mejor realidad económica y no a la política que describió el Inegi de contar con mejores datos económicos.
Las sospechas se dan además porque no existen registros recientes de un cambio metodológico por parte del Inegi que no se hubiese difundido antes.
"He sido un Inegi watcher desde hace décadas. Mi pasión por los datos y por los indicadores me han llevado a admirar y querer al instituto. He aplaudido cambios y mejorías, al igual que he criticado muchos aspectos, siempre con el afán de ser un crítico constructivo. Sin embargo, no me acuerdo que el Inegi haya procedido antes de tal forma, que generara tanta sospecha y que haya gestado un golpe tan severo a su credibilidad", escribió Jonathan Heath, un economista independiente en su columna semanal publicada por el periódico Reforma. "¿Simple ingenuidad de un nuevo presidente sin experiencia? ¿Cumplimento de una agenda preestablecida y cargada con su llegada?".
Las dudas de Heath son compartidas por muchos, aun cuando consideran que no es del todo imposible que los ingresos hayan crecido en ese porcentaje para los hogares con menores ingresos por diversas circunstancias, dentro de las cuales la que más resaltan es el crecimiento en pesos que registraron los fondos que enviaron los trabajadores mexicanos en el extranjero a sus familias en el país.
El año pasado, esos envíos, mejor conocidos como remesas y que por lo general reciben los miembros de la población con menores recursos, aumentaron 25%, principalmente por la depreciación de 15% que registró el tipo de cambio en 2015 y por el crecimiento de 16% que registraron las remesas en dólares.
Si a eso se suma una inflación anual cercana a 3% del año pasado, el aumento de 33% de las familias con menores ingresos puede no ser tan descabellado, aunque la forma en revelar ese incremento --más que el fondo-- es lo que aparentemente ha generado el desconcierto de muchos.
Las dudas incluso ya rebasaron las fronteras de México. El martes el diario británico The Guardian publicó una historia sobre la controversia, que tituló: México reduce la pobreza de un plumazo --modificando la forma como mide los ingresos (Mexico cuts poverty at a stroke -- by changing the way it measures earnings).
Así, más que un problema metodológico, la decisión unilateral y sin aviso es lo que está provocando que la disputa Inegi-Coneval tenga una dimensión mucho más preocupante.
El pleito está, en síntesis, poniendo en duda la credibilidad del Inegi, un instituto gubernamental que goza de gran confianza entre el público, los economistas y los inversionistas.
El Inegi, sin embargo, sí dejó en claro en su comunicado que estaba consciente que los cambios el módulo que capta el ingreso de los hogares crearía problemas en cuanto a la compatibilidad de las nuevas cifras con las viejas.
También dejó en claro que buscaría trabajar con Coneval y otras instituciones para poder subsanar el efecto colateral que tendría su mejoría metodológica para medir los ingresos de los hogares en el país.
"Por la relevancia de contar con un panorama de la evolución histórica de las cifras para el diseño de políticas públicas y otros estudios, trabajaremos con nuestros usuarios estratégicos en el tema para conseguir comparabilidad", dijo el Instituto en el comunicado en el que reveló las estadísticas de los ingresos de los hogares en 2015.
Una postura que muchos esperan permita en el corto plazo mitigar los efectos negativos que hasta ahora ha generado la controversia Inegi-Coneval.
"Tenemos una alta confianza en el Inegi como institución", dijo Joaquín Gándara, presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (Imef), en una conferencia de prensa. "Hemos visto que escucha a sus usuarios. . . para ser más efectivo en sus estadísticas".
Coneval también ha mostrado una actitud conciliatoria para buscar solucionar las diferencias que surgieron desde el viernes a fin de no afectar la evolución de la medición de la pobreza en el país.
Ejecutivos de las dos instituciones aparentemente sostendrán en breve reuniones para limar las asperezas que ha dejado el cambio metodológico, no avisado, del Inegi.
"Ojalá que de ellas surja una conclusión conveniente", escribió Enrique Quintana, editor y columnista del periódico El Financiero. "Todos perderíamos si las cifras y criterios de dos instituciones del Estado que deben ser libres de toda sospecha, dejan de tener credibilidad". (Redacción Sentido Común; )