En Argentina, a pesar de un descenso significativo de las tasas de inflación desde que la administración del Presidente Javier Milei empezó a aplicar medidas de austeridad, muchos ciudadanos siguen luchando contra el alto coste de la vida. La inflación ha disminuido del 25,5% en diciembre al 4,2% en mayo, en gran parte debido a las iniciativas gubernamentales encaminadas a recortar gastos y reducir la impresión de dinero.
Aunque el Gobierno ha elogiado estos resultados como una victoria para la economía y una medida protectora para los menos afortunados, y el Ministro de Economía, Luis Caputo, ha expresado que una menor inflación sirve para proteger a los pobres de lo que él llama "el peor impuesto", la opinión pública es dispar. Algunos argentinos se muestran escépticos sobre las cifras oficiales, argumentando que la realidad de los gastos diarios no se ajusta a las tasas de inflación declaradas.
Las recientes medidas económicas han provocado un aumento espectacular de la tarifa mínima de autobús en Buenos Aires, que ha subido más de un 400% desde que Milei asumió el cargo. Éste es uno de los muchos retos a los que se enfrentan los argentinos, junto con la tasa de inflación anual cercana al 300%, que sigue superando el salario mínimo mensual de 234.315 pesos (unos 260 dólares).
Mientras el país se enfrenta a una recesión y los índices de pobreza se acercan al 60%, con importantes pérdidas de empleo en sectores como la construcción, el impacto de la inflación sigue siendo una preocupación acuciante para muchos. Se espera que la agencia nacional de estadísticas INDEC publique nuevos datos de inflación a las 1900 GMT de hoy, que tanto analistas como residentes seguirán de cerca.
Reuters contribuyó a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.