por Eduardo García
Infosel, octubre. 8.- Tras el acuerdo comercial alcanzado por los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México hace unos días, pocas son las voces que se han levantado para protestar el nuevo pacto que regulará el comercio libre de aranceles en Norteamérica.
Si bien hay algunas quejas, o preocupaciones, de ciertos grupos o sectores por ciertos aspectos particulares del renovado acuerdo, que ahora se conocerá como United States Mexico Canada Agreement (USMCA), éste, en general, ha sido bien recibido, incluso por quienes no necesariamente son defensores del libre comercio.
Claro que un elemento que de alguna manera opaca el esfuerzo de los tres países por preservar y modernizar el tratado trilateral de casi 25 años de antigüedad, es el que el gobierno estadounidense haya decidido mantener para Canadá y México los aranceles punitivos de 25 y 10% que impuso al acero y aluminio importado de todo el mundo hace unos meses, bajo el pretexto de que esas importaciones amenazan su seguridad nacional.
Para algunos, es una contradicción que, por un lado, la administración del presidente estadounidenses, Donald J. Trump, haya logrado su cometido de reescribir el anteriormente llamado Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) para contar ahora con un pacto comercial que incluye ciertas ventajas para las industrias y los trabajadores estadounidenses, mientras que, por otro, mantenga esos aranceles contra esos dos metales provenientes de sus dos principales socios comerciales.
"Un acuerdo con aranceles al acero y aluminio contradice sustancialmente el propósito principal de un tratado de libre comercio", dijo Máximo Vedoya, presidente de la Cámara de la Industria del Hierro y el Acero (Canacero), en un comunicado.
Una consideración que respaldaron también representantes de los productores de acero y aluminio canadienses.
"Estamos satisfechos porque se alcanzó un acuerdo. . . pero, al mismo tiempo, estamos muy desilusionados que los aranceles al acero y aluminio no se hayan eliminado", dijo Jean Simard, director ejecutivo de Aluminum Association of Canada, a la agencia de noticias Bloomberg.
La molestia de los productores siderúrgicos canadienses y mexicanos, sin embargo, podría ser temporal.
Para algunos observadores, algunas de las cláusulas que tiene el nuevo tratado trilateral les hacen pensar que si bien Estados Unidos mantuvo esas tarifas punitivas, no las podrá sostener por mucho tiempo ya que enfrentará no sólo la presión de los gobiernos canadiense y mexicano para removerlas, sino también la de otra industria estadounidenses que ahora --más que antes-- se verá directamente afectada por esos aranceles: la industria automotriz.
Si el gobierno de Trump resiente ya la molestia de muchos sectores que han sufrido la imposición de aranceles punitivos por parte de Canadá y México en represalia a las tarifas al acero y aluminio, como es el caso de los productores agrícolas o porcícolas, o los fabricantes de wiskey Bourbon o Tennessee, o los productores de jeans, ahora las autoridades de Estados Unidos afrontarán muy probablemente la molestia de los fabricantes de autos, camiones ligeros o camiones pesados por esos impuestos.
Las protestas de esos productores se darán a raíz de que dentro de los cambios aprobados al acuerdo de libre comercio de América del Norte está la inclusión de una exigencia que antes no tenía en cuanto a la cantidad de acero y aluminio norteamericano que deben tener los vehículos ensamblados en la zona para poder gozar de los beneficios del libre comercio.
Si antes no existía ese requisito, ahora todos los autos y camiones norteamericanos deberán contar cuando menos con 70% de todo el acero y aluminio que incorporan, proveniente de América del Norte.
Así, ante esta exigencia, los productores de vehículos en Estados Unidos muy probablemente también protesten y aboguen ante sus autoridades por remover cuanto antes esos aranceles punitivos que hoy elevan los costos de sus vehículos.
Mientras las tarifas punitivas se mantengan, muy probable la factura por producir autos en Estados Unidos se eleve por la nueva obligación de los fabricantes de tener que usar casi tres cuartas partes de acero y aluminio producido en la región. Mientras esos dos metales enfrenten tarifas punitivas de 25 o 10%, los autos estadounidenses muy probablemente sean más caros de producir en la región que si no existieran esos aranceles.
Así, frente a este impacto adverso para las compañías automotrices, los especialistas esperan que en breve Estados Unidos, tras realizar pláticas con Canadá y México, anuncie que ha optado por eliminar los aranceles a esos dos metales, o, cuando menos, por otorgar ciertos cupos de importación de acero y aluminio provenientes de Canadá o México libres de arancel.
"Podrían quitar los aranceles o bien se habla también de otorgar cuotas libres de impuestos para reducir los costos", dijo Fausto Cuevas, director general de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), en una plática con Sentido Común al término de una reunión de su organización para anunciar que ahora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía será la entidad encargada de recopilar y difundir las cifras de ventas, producción y exportación de vehículos ligeros en México.
La presión automotriz podría generarse por el cierto nivel de descontento que dejó en el sector las nuevas reglas que acordaron los tres países para determinar cuándo un auto es etiquetado como norteamericano y que pueda así cruzar las fronteras en Norteamérica sin pagar aranceles.
Las nuevas reglas, conocidas mejor como reglas de origen, son ahora mucho más exigentes que antes. Por ejemplo, antes un auto con 62.5% de partes o componentes norteamericanos pasaba a ser catalogado como norteamericano para que gozara del libre comercio. Ahora, ese porcentaje bajo los términos del nuevo USMCA se elevó a 75%.
Además de eso, ahora 40% de los componentes o autopartes que lleva un vehículo ligero, o 45% en el caso de camiones ligeros o pesados, deben ser elaborados en países que pagan a sus trabajadores cuando menos 16 dólares la hora.
Con ambas reglas, los costos de producción de los vehículos en Norteamérica muy probablemente subirán; si bien no mucho, sí en varios puntos porcentuales, un efecto sobre el cual, a los fabricantes de vehículos o de auto partes, no les gustaría añadir los aranceles punitivos que hoy enfrentan el acero y aluminio canadiense o mexicano.
Así, si bien la moneda sobre el futuro de los aranceles punitivos estadounidenses a esos dos metales provenientes de Canadá o México está aún en el aire, parecería estar también cargada a favor de su eliminación.