El Tribunal Supremo de Estados Unidos, marcado por una mayoría conservadora de 6-3, concluyó esta semana su mandato de nueve meses concediendo al expresidente Donald Trump una inmunidad sustancial frente a procesos penales por acciones realizadas durante su mandato.
En esta legislatura, el Tribunal ha desplazado significativamente la legislación estadounidense hacia la derecha con decisiones que han limitado la capacidad reguladora del Gobierno, tras legislaturas anteriores en las que se retrocedió en el derecho al aborto, se ampliaron los derechos sobre las armas y se rechazaron las admisiones universitarias basadas en la raza.
En una notable disidencia, la jueza liberal Sonia Sotomayor criticó a los jueces conservadores por lo que percibía como una peligrosa expansión de los poderes presidenciales.
Esto fue en referencia al fallo relacionado con los esfuerzos de Trump para anular los resultados de las elecciones de 2020, lo que llevó al ataque al Capitolio de EE.UU. el 6 de enero de 2021. Trump, ahora aspirante republicano en las próximas elecciones del 5 de noviembre, es el primer expresidente de Estados Unidos que se enfrenta a cargos penales y a una condena.
La jueza Sotomayor, a la que se unieron los jueces Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson, argumentó que la relación del presidente con el público se ha alterado irrevocablemente, lo que sugiere que el presidente está ahora por encima de la ley en todo uso del poder oficial.
El Presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que formaba parte de la mayoría conservadora, tachó las preocupaciones de los jueces liberales de alarmismo basado en hipótesis.
La división ideológica del Tribunal Supremo se ha reflejado en la opinión pública, con un cambio en los índices de aprobación según las líneas partidistas. Antes de la decisión de junio de 2022, que ponía fin al reconocimiento constitucional del derecho de la mujer al aborto, el Tribunal era visto favorablemente por una mayoría de republicanos y demócratas. Sin embargo, un sondeo reciente mostró un marcado contraste: la aprobación entre los demócratas se desplomó al 22% y la de los republicanos aumentó al 69%, con lo que la aprobación general se situó en el 41%.
En medio de los llamamientos a una reforma ética del Tribunal Supremo, los jueces conservadores se han enfrentado al escrutinio por sus acciones fuera del estrado. El juez Samuel Alito hizo ondear banderas asociadas a Trump en el exterior de sus casas, lo que atribuyó a su esposa, mientras que el juez Clarence Thomas no hizo públicas unas vacaciones de lujo de un multimillonario, lo que consideró hospitalidad personal.
La semana pasada, el tribunal, dividido en líneas ideológicas, revocó el precedente de 1984 de la deferencia Chevron (NYSE:CVX), debilitando el poder regulador federal. La jueza Kagan lamentó esta medida como un paso de la humildad judicial a la arrogancia.
A pesar de estas fuertes divisiones, no todas las decisiones se dividieron entre conservadores y liberales. El mes pasado, el tribunal falló 6-3 para permitir abortos en Idaho durante emergencias médicas, con Alito, Thomas y Gorsuch disintiendo.
Si bien el tribunal ha visto disidencias enconadas, ha habido casos que desafían la narrativa de un tribunal ideológicamente dividido. Por ejemplo, la decisión del tribunal de 7-2 apoyó el mecanismo de financiación de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, una victoria para la administración de Biden.
Los expertos legales sugieren que este mandato será recordado por su impacto en la reducción de la autoridad reguladora federal y el aumento significativo de los poderes presidenciales, con poco apoyo de los jueces liberales del tribunal.
Reuters ha contribuido a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.