Por Geoffrey Smith
Investing.com --Puede ser fácil perderlo de vista, pero más allá de lo que ocurra en Ucrania, el gran riesgo para la economía mundial este año sigue siendo China.
La segunda economía más grande del mundo tiene que elegir un camino difícil entre los riesgos de Covid-19 y una quiebra inmobiliaria en cámara lenta: amortiguar la economía con cierres por un lado, mientras la apoya con una política monetaria y prudencial más fácil por el otro.
Una desaceleración clara parece inevitable. A medida que los gobiernos occidentales retiren sus medidas de estímulo y reabran sus economías, se invertirá el drástico cambio de la demanda mundial desde 2020 hacia los productos manufacturados (en su mayoría fabricados en China). El país registró un crecimiento de las exportaciones del 29.9% el año pasado, generando otro superávit comercial récord. Esto no es sostenible.
China necesita que sus clientes mundiales alivien la presión sobre su sector manufacturero, entre otras cosas porque su tolerancia cero de Covid-19 deja un margen peligrosamente escaso de seguridad en las cadenas de suministro mundiales que alimenta. El número de casos notificados está disminuyendo, y se ha levantado el tan publicitado bloqueo en la ciudad de Xi'an, pero la variante Ómicron es tan contagiosa que las próximas celebraciones del Año Nuevo Lunar todavía entrañan un riesgo evidente de propagación por todo el país.
Al mismo tiempo, el sector inmobiliario, que ha sido el otro gran motor del crecimiento económico en los últimos años, también se está ralentizando. Aunque las autoridades han conseguido evitar los impagos desordenados en el sector, han tenido menos éxito a la hora de crear el tipo de condiciones necesarias para garantizar que las empresas fundamentalmente sólidas puedan seguir encontrando crédito. Con un 11.6%, los préstamos pendientes a la economía están creciendo a su ritmo anual más lento en 20 años.
Los mercados se alegraron en diciembre cuando un comité dominado por instituciones estatales tomó el control de las conversaciones de reestructuración de la deuda de Evergrande, el mayor y más endeudado promotor del país, pensando que una dirección política clara aceleraría el saneamiento y devolvería rápidamente la claridad al sector.
Sin embargo, eso no ha ocurrido. Los acreedores internacionales de Evergrande declararon la semana pasada que empezarán a hacer valer sus derechos frente a la empresa, después de haber sido ignorados por esta durante semanas, quejándose de una "falta de compromiso y una toma de decisiones opaca... contraria a las normas internacionales bien establecidas en procesos de reestructuración de esta magnitud".
Una carta pública de los acreedores sugiere que apenas les quedará algo una vez que el comité de reestructuración de Evergrande, políticamente bien conectado, haya cortado los trozos más jugosos del cadáver. "Apenas pasan unos días sin que se publique una noticia o un anuncio reglamentario en el que se revelan más pasivos, compromisos, ventas y disposiciones de activos y/o asignaciones del gobierno que hasta ahora no se habían revelado", dijeron los acreedores.
No es de extrañar que los mercados internacionales de bonos sigan cerrados a los promotores chinos. La falta de alternativas de refinanciamiento está generando un goteo constante de avisos de impago: Yuzhou Properties, que cotiza en la bolsa de Hong Kong, ha sido la última en decir que no cumplirá con sus obligaciones.
Las autoridades intentan al menos compensar facilitando las condiciones de financiamiento nacionales. El Banco Popular de China rebajó un conjunto de tasas de interés de referencia durante la semana pasada y habló de la posibilidad de hacer más. Tiene margen para hacerlo porque la inflación está bajando, tanto para los consumidores como para los fabricantes (en marcado contraste con las economías occidentales). El yuan, por su parte, goza de buena salud y ha alcanzado su valor más alto en casi cuatro años.
Los mercados chinos pueden seguir siendo susceptibles a otras perturbaciones, como la campaña de los reguladores contra las mayores empresas de Internet del país el año pasado. Pero las autoridades han conseguido evitar el desastre, tanto con la pandemia como con sus promotores inmobiliarios, de una forma que muchas naciones occidentales no han conseguido. Para las empresas e inversionistas de Europa y Estados Unidos que dependen de que esa estabilidad continúe, es una buena noticia.
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