Por Geoffrey Smith
Investing.com -- Los bancos centrales del mundo han relajado drásticamente la política monetaria este año para respaldar la economía mundial para ayudarla a superar la pandemia. Argumentan —y muchos están de acuerdo— que han salvado millones de puestos de trabajo y cantidades incalculables de capital al hacerlo.
Los efectos secundarios de esa política —en forma de burbujas de precios de los activos— son cada vez más evidentes.
En el universo de la inversión tradicional, fue el oro el que acaparó la mayoría de los titulares durante la primera parte de la pandemia registrando un récord de 2.089,20 dólares por onza troy. En un mundo en que las acciones se desploman y los precios del petróleo se sitúan incluso por debajo de cero, el repunte del 32% del oro desde el comienzo del año ha parecido valer la pena.
Sin embargo, ese repunte se está viendo eclipsado por otro "activo alternativo": el bitcoin.
Durante medio siglo, el oro ha sido el refugio que los inversores minoristas han buscado en momentos en que temían la degradación monetaria por parte de los gobiernos y bancos centrales del mundo.
Eso ocurrió cuando el dólar se desplomó junto con todo el sistema de Bretton Woods a principios de la década de 1970, cuando la devaluación de las monedas fiduciarias se hizo evidente con el aumento de las tasas de inflación. Pero también fue cierto en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, cuando los precios al consumo estaban estancados o coqueteaban con la deflación, y la única inflación a la vista estaba en el precio de activos financieros como acciones y bonos.
En ambos períodos, los balances del banco central se expandieron rápidamente, y éste parece ser el factor común de nuevo. Desde finales de 2019, el balance de la Reserva Federal se ha ampliado en 3 billones de dólares hasta 7,17 billones de dólares, mientras que el del Banco Central Europeo se ha expandido casi tanto, de 4,67 billones de euros a 6,98 billones.
Con la desaceleración de la economía mundial, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha prometido una nueva expansión de la creación de dinero en la reunión del consejo de gobierno del 10 de diciembre. Se espera que la Fed, por su parte, amplíe sus compras de activos en su reunión de política monetaria del 16 de diciembre.
Pero el oro no ha respondido positivamente a las expectativas del mercado. Ha bajado casi un 9% desde que tocara techo en agosto.
El bitcoin, por el contrario, va de subida en subida. Se ha apuntado un alza del 130% en lo que va de año y sus ganancias se han acelerado drásticamente sólo en el último mes. ¿Por qué? Con el bitcoin, un activo cuya oferta se controla aún más firmemente que el oro, la explicación siempre está en un aumento de la demanda. Eso se ha beneficiado de dos claros ejemplos de la tendencia a largo plazo en el corazón del optimismo en torno al Bitcoin: impulsar la aceptación pública.
Por un lado, la decisión de PayPal (NASDAQ:PYPL) de administrar carteras denominadas en bitcoins es un salto cuántico hacia la corriente financiera principal para la moneda digital. Millones de personas que no confiarían su dinero a una bolsa de bitcoin mal regulada en alguna parte remota del mundo están perfectamente dispuestos a confiar en PayPal —una marca mucho más establecida— para hacerlo.
En segundo lugar, ahora hay un vehículo de inversión regulado a través del cual es posible obtener exposición al bitcoin. Los flujos hacia el Bitcoin Trust de Grayscale le han permitido acumular más de 500.000 bitcoins, por un valor de más de 8.300 millones de dólares a precios de este martes. El bitcoin ahora está de vuelta en casi 17.000 dólares y parece bastante capaz de superar el nivel de 20.000 dólares, según muchos analistas.
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