Por Fredy Builes
SALGAR, Colombia, 21 mayo (Reuters) - Miles de personas, en medio de lágrimas y con la mirada triste, atiborraron el jueves la plaza principal de Salgar, un pueblo ubicado en las montañas del noroeste de Colombia, para despedir en una ceremonia religiosa a 33 de las 85 víctimas fatales del aluvión que arrasó una parte de la población.
Las campanas de la iglesia repicaron mientras uno a uno ingresaron al parque los féretros que llegaron en una caravana desde la ciudad de Medellín, en donde fueron identificadas las personas que murieron.
Después de una misa celebrada por un obispo y una veintena de sacerdotes, los ataúdes fueron llevados por familiares y amigos de los fallecidos en una lenta y silenciosa procesión hasta el cementerio local en donde fueron sepultados.
Rosadela García, un campesina de unos 60 años que sobrevivió a la peor tragedia natural de este tipo en la última década en Colombia, se arrodilló y rompió en llanto frente a los ataúdes de los siete familiares que perdió en el aluvión, incluido su hijo mayor.
Durante la ceremonia, monseñor Noel Antonio Londoño, el obispo de la Diócesis de Jericó, recordó al niño de 11 meses que sobrevivió a la avalancha y lo calificó como un símbolo de vida y esperanza en medio de la tragedia.
El bebé fue encontrado horas después del aluvión tendido bocabajo, rodeado de lodo, piedras y palos por socorristas que lo evacuaron a un hospital de Medellín en donde se recupera satisfactoriamente.
"Es una mezcla de tristeza y alegría porque fue un milagro de Dios que el niño esté vivo. Lo encontraron a 5 kilómetros de la casa que se llevó la quebrada. Estaba en medio de piedras y lodo, pero vivo", dijo Álvaro Hernández, el abuelo del bebé.
El niño quedó huérfano y perdió a 16 familiares en el aluvión.
Mientras, los socorristas mantuvieron las labores de búsqueda en medio del lodo y las rocas de alrededor de 15 personas que siguen reportadas como desaparecidas.
El aluvión también dejó más de 500 personas damnificadas, 31 viviendas destruidas y más de 50 heridos, de acuerdo la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres.
Las personas que perdieron sus viviendas, incluidos decenas de niños, permanecen en albergues provisionales que instalaron las autoridades en un coliseo deportivo y en un colegio, en donde reciben asistencia humanitaria que incluye alimentación.
Los 17.000 habitantes del pueblo, dedicados principalmente a la siembra de café en las montañas de la Cordillera Occidental de los Andes colombianos, aún no se recuperan de la tragedia, pero dicen que poco a poco se sobrepondrán. (Reporte de Fredy Builes. Escrito por Luis Jaime Acosta; Editado por Ricardo Figueroa)