Por Nicolás Misculin y Richard Lough
BUENOS AIRES, 9 abr (Reuters) - El principal candidato oficialista a la presidencia de Argentina, Daniel Scioli, tiene por delante un enorme desafío para ganar las elecciones de este año: conquistar a los votantes independientes sin perder su base tradicional de seguidores en un país políticamente polarizado.
Para lograrlo, su equipo de campaña acuñó el concepto de "cambio gradual", que combina las políticas de intervención económica del actual Gobierno con promesas de transformación.
Al defender públicamente decisiones económicas del Gobierno como la estatización de la mayor petrolera del país, Scioli busca asegurarse los votos oficialistas, mientras que con la promesa de moderación pretende despertar la simpatía de los ciudadanos cansados del estilo frontal de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
"Se necesitan reformas, no necesita una revolución Argentina. Necesita mejoramientos, evoluciones. Nosotros creemos para todo en el gradualismo", dijo a Reuters el jefe del equipo de campaña del candidato, Jorge Telerman, en una entrevista.
En agosto Scioli, de 58 años y con un perfil más amigable con los mercados que la actual presidenta, competirá en las primarias con el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, a quien supera claramente en intención de voto, para definir el candidato del Gobierno.
Scioli se ha mostrado como un duro defensor del Gobierno en las últimas semanas, en busca de los votos oficialistas que le permitan superar los comicios primarios. Una fuente cercana al candidato destacó que recién entonces empezará a proponer medidas de gestión que lo diferenciarán de Fernández.
"En el caso de que gane Scioli, va a ir a buscar el voto independiente, porque seguramente vamos a tener balotaje, y ahí se necesitan muchos votos independientes. Scioli sabe eso y va a ir en busca de eso", dijo el analista político Ricardo Rouvier.
Las encuestas muestran que Scioli, que gobierna desde hace ocho años la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, obtendría casi un 30 por ciento de los votos en la primera rueda electoral de octubre, el mismo nivel que el líder opositor de centroderecha Mauricio Macri, que recientemente cerró una alianza con el partido tradicional UCR.
"Nuestro espacio tiene coherencia y puede dar certidumbre, a partir de políticas que defienden el trabajo y la industria nacional; del otro lado está la incertidumbre de esta alianza", dijo el gobernador en declaraciones recientes.
Según Rouvier, el "núcleo duro del kirchnerismo" es de un 30 por ciento de los votos, a los que Scioli debería sumar los votos independientes.
Sergio Massa, un diputado del peronismo disidente, es el otro candidato con chances de luchar por la presidencia, aunque recientemente su intención de voto ha registrado una caída.
Para evitar un balotaje, el ganador de la primera rueda debería obtener el 45 por ciento de los votos o un mínimo del 40 por ciento pero superando por 10 puntos porcentuales a su seguidor.
UNA RELACIÓN CONFLICTIVA
Proveniente de una familia de empresarios, el gobernador de la provincia de Buenos Aires fue corredor de motonáutica y se consagró campeón del mundo incluso después del terrible accidente en el que perdió su brazo derecho, en 1989.
Tras retirarse, desembarcó en la política llevado por el ex presidente Carlos Menem, un peronista que gobernó el país en la década de 1990 con reformas liberales muy criticadas por Fernández y por su fallecido esposo y antecesor en la presidencia, Néstor Kirchner.
El perfil más moderado de Scioli lo distancia de la mandataria peronista de centroizquierda, quien no ha titubeado a la hora de enfrentar a firmas multinacionales, al FMI o a poderosos fondos de inversión.
Tal vez por eso Fernández, quien no puede presentarse a una nueva reelección tras ocho años en el poder, no le ha dado su apoyo explícito a Scioli, pese a ser el candidato del oficialismo que mejor tendencia de votos tiene en las encuestas.
"Hay una cuestión ideológica y personal de por medio" entre Fernández y Scioli, señaló una fuente del Gobierno.
Los cortocircuitos no son nuevos: a poco de asumir como su vicepresidente, en el 2003, Néstor Kirchner le recortó todos sus poderes por su cercanía con algunos sectores empresarios.
Y desde entonces los analistas consideran que los Kirchner y Scioli mantienen su relación sólo por conveniencia política.
"Si Scioli se enfrenta a Cristina, pierde. Por eso no rompe con ella. Y si Cristina apoya a otro candidato (en las primarias), este gana. Pero en ese caso el Gobierno se quedaría sin sumar los votos de Scioli (en los comicios generales) y lograría sólo los votos que ya tenemos, que son el 30 por ciento", añadió la fuente del Gobierno.
Amplios planes sociales, un alto nivel de empleo y un discurso combativo le han permitido a Fernández obtener el apoyo de los sectores más pobres de la sociedad.
Y Scioli necesita conservar este respaldo al mismo tiempo que intenta seducir a una parte de una clase media que está furiosa con la presidenta por los altos impuestos que debe pagar y por algunas denuncias de corrupción.
"Yo voto por el Frente por la Victoria (el oficialismo). Estoy más con Randazzo, pero si Cristina dice con Scioli, lo voto a Scioli. Pero si Scioli se aleja de Cristina ya lo dejaría de votar", dijo Adrián Ponce, un joven de 27 años que vive en Lanús, en los suburbios de Buenos Aires, y tiene empleos ocasionales.
UNA NUEVA AGENDA ECONÓMICA
La elevada inflación, la escasez de inversiones, las restricciones para la compra de divisas y las negociaciones con acreedores de deuda impaga ("holdouts") son algunos de los problemas con los que deberá lidiar el próximo presidente en medio del estancamiento que sufre la economía tras años de fuerte expansión.
"Lo que hay es una agenda nueva, que dice que hubo diez años de crecimiento empujado por el consumo pero que busca los motores de la economía para los próximos 15 años no solamente en el consumo sino también en la inversión", afirmó el economista Miguel Bein, uno de los principales asesores de Scioli.
Bein aseguró que todos los problemas deben solucionarse con un abordaje gradual para evitar golpes bruscos a la sociedad.
El economista explicó que la inflación, que superaría el 20 por ciento este año, podría reducirse a un ritmo de 5 puntos porcentuales anuales.
Para ello habría que reducir el déficit fiscal primario -que alcanzó los 4.365 millones de dólares en el 2014- y subir la tasa de interés para alentar el ahorro, una medida que no sería vista con buenos ojos por la actual gestión.
Bein también prevé una rebaja en los impuestos a la exportación de granos, que podría incluir a la soja, el principal cultivo del país.
Un tema clave para los inversores es saber qué haría Scioli, en caso de ser presidente, con la negociación por la deuda no cancelada de Argentina, un caso que se encuentra en la justicia de Estados Unidos y que, debido a la intransigencia de bonistas y del Gobierno, no parece cerca de una solución. urn:newsml:reuters.com:*:nL2N0WX22R
Un acuerdo sería importante para que el país pueda volver a recibir las inversiones externas tan necesitadas, pero Scioli considera que no debe alcanzarse un trato a cualquier precio.
"Argentina tiene que mejorar sus vínculos con los mercados internacionales, pero desde una perspectiva racional. Sin endeudamientos que pongan en riesgo el crecimiento", dijo Telerman.
"Desde nuestra perspectiva quienes no tienen flexibilidad (al negociar) son los holdouts, y creemos que este camino (el del actual Gobierno) es correcto", dijo Telerman. (Editado por Juana Casas y Javier Leira)