Por Adriana Brasileiro
RÍO DE JANEIRO, 19 mayo (Fundación Thomson Reuters) - Las autoridades brasileñas descartaron el racionamiento eléctrico este año, ya que la desaceleración de la economía y las tarifas más altas están ayudando a reducir el consumo.
No obstante, las represas de agua en un país tan dependiente de la energía hidroeléctrica como Brasil siguen en niveles críticos por culpa de la sequía.
Al aplazar la impopular medida, el Gobierno está contando con agua que podría no durar hasta al temporada seca de mayo a octubre, advirtió Leontina Pinto, de la consultora Engenho.
Cerca de dos tercios de la matriz energética brasileña dependen de la generación hidráulica.
"Es una apuesta muy arriesgada. Están luchando para aplazar el problema hasta el año próximo, cuando la situación será peor y serán inevitablemente necesarios unos duros esfuerzos de racionamiento", predijo Pinto en una entrevista telefónica.
En su opinión, hay un 40 por ciento de posibilidades de que sea necesario el racionamiento energético en partes del centro y el sur del país este año.
"Los niveles de agua que tenemos ahora no son suficientes para garantizar que el sistema aguantará el periodo seco", dijo.
Las represas en las regiones del sureste y el centro estaban a cerca del 30 por ciento de su capacidad a fines de abril. Con ese nivel, se espera que lleguen a noviembre -el comienzo de la próxima temporada de lluvias- al 10 por ciento, según las previsiones del operador de la matriz energética brasileña, ONS.
Este es el nivel mínimo absoluto requerido para operar las plantas energéticas, según dijo el ministro de Energía, Eduardo Braga, a los periodistas en Brasilia en enero.
Los embalses que alimentan a las plantas eléctricas y los que acumulan agua potable están en cotas muy bajas tras una sequía en los últimos tres años que redujo de forma drástica las lluvias en la densamente poblada región del sureste brasileño.
Antonio Nobre, del Instituto Nacional de Investigación Espacial, relacionó la cada vez más dura sequía brasileña con el calentamiento global y la deforestación del Amazonas.
Ambos está reduciendo radicalmente la liberación de miles de millones de litros de agua por parte de los árboles de la selva, lo que reduce las precipitaciones más al sur, aseguró.
Una red de plantas eléctricas alimentadas con gas, petróleo y carbón están funcionando ahora a toda marcha, algo que podría ayudar a evitar los cortes, aunque los costos de producción son cerca de un 50 por ciento mayores que con la hidroeléctrica.
Estas plantas suponen cerca del 29 por ciento de la actual capacidad generadora de Brasil, frente al 22 por ciento de 2009.
Tras un enero inusualmente seco, el sureste de Brasil, donde están las megaciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro, recibió lluvias por encima de la media en febrero y marzo.
Pero abril fue el mes más seco en cinco años, según Giovanni Neto, meteorólogo de Cemaden, el centro de monitoreo de desastres naturales del Gobierno.
Algunos expertos creen que el Ejecutivo está actuando de manera irresponsable al evitar el racionamiento.
El conocido especialista Mario Veiga dijo en una conferencia en marzo que el uso de la electricidad debe caer un 6,5 por ciento este año para evitar apagones, y que el Gobierno debería haber empezado a imponer medidas de racionamiento el año pasado.
Las estimaciones indican que Brasil llegará a la temporada lluviosa de 2015-16 con las represas casi vacías y sin certeza de que vaya a recibir suficiente lluvia para mejorar rápidamente los niveles, comentó Veiga.
Otro factor que podría afectar a las precipitaciones e incrementar las temperaturas en Brasil es el fenómeno de El Niño, que afecta al Océano Pacífico y en el pasado provocó un descenso de las lluvias en el sureste del país.
(Editado en español por Carlos Serrano)