Por Anastasia Moloney
BOGOTÁ, 11 dic (Thomson Reuters Foundation) - Cientos de miles de inmigrantes centroamericanos, incluidos niños, son deportados de Estados Unidos cada año a sus países de origen, donde se enfrentan a la violencia de las pandillas y la falta de servicios estatales para ayudar a reintegrarlos en la sociedad, dijeron investigadores.
La pobreza, la carencia de empleo y la desenfrenada violencia de las pandillas lleva a la gente de los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica -una región compuesta por El Salvador, Honduras y Guatemala que tiene las tasas de homicidios más altas del mundo- a buscar empleos y refugio en Estados Unidos o en otros países de América Latina.
Pero mientras las autoridades de Estados Unidos y México refuerzan la seguridad y los controles policiales a lo largo de su porosa frontera común, crece el número de inmigrantes que son deportados de vuelta a Centroamérica.
Entre 2010 y 2014, 800.000 personas de los países del Triángulo del Norte han sido deportadas desde México y Estados Unidos, según cifras de autoridades de inmigración publicadas en un informe del Instituto de Política Migratoria, con sede en Washington.
"Muchos deportados llegan a su país de origen sólo para encontrarse en peores circunstancias que antes de salir", asegura el informe publicado esta semana.
"Ellos y sus familias pueden quedar agobiados por dudas después de haber pagado entre 4.000 y 7.000 dólares a contrabandistas, tienen pocas habilidades que podrían ayudarlos a encontrar empleos y muchos son devueltos a barrios inseguros y escuelas controladas por las pandillas de las que trataron de huir en primera instancia", agregó.
Una parte significativa de las personas que regresan no tienen más remedio que volver a intentar llegar a Estados Unidos, según el informe.
La mayoría de los niños centroamericanos que llegan a sus países de origen son deportados por México, que ha intensificado las patrullas fronterizas.
Las deportaciones mexicanas de menores no acompañados por mayores de edad a los países del Triángulo del Norte se han triplicado a 7.800 en el 2014 desde las 2.400 en 2010, de acuerdo al informe.
El flujo de inmigrantes de Centroamérica fue descrito en octubre por la agencia de refugiados de Naciones Unidas como una "situación de refugiados", que se desarrolla en una región donde las personas buscan seguridad frente a la violencia provocada por las pandillas.
Las autoridades de El Salvador, Guatemala y Honduras han aumentado el número de centros que reciben inmigrantes deportados, proporcionando principalmente un refrigerio, artículos de higiene, agua, un teléfono para llamadas gratuitas y, a veces, un boleto de autobús para volver a casa.
Sin embargo, en Guatemala no existen centros de acogida para personas que han sido deportadas por tierra, a menudo en autobús desde México, mientras que los programas de reinserción que ofrecen empleos y capacitación técnica alcanzan sólo a una fracción de los deportados, sostiene el informe.
"Y sin un apoyo financiero sustancial de los donantes internacionales, las oportunidades para llegar a más deportados y proporcionar alternativas para un retorno son escasas", concluye.