Por Julia Love y Aislinn Laing
CIUDAD DE MÉXICO, 6 ago (Reuters) - La crisis de coronavirus en América Latina está forzando a Uber (NYSE:UBER) a adoptar el modelo de taxi al que se suponía debía desplazar de las calles de las ciudades desde Santiago hasta Medellín.
La vuelta en "U" de Uber en la región ha recibido impulso de las restricciones regulatorias vinculadas a la actual pandemia en países como Chile y Colombia, donde el servicio de transporte sobre el que ha construido su nombre sigue sin ser reglamentado.
El rival chino del emprendimiento nacido en San Francisco, Didi, que ha hecho grandes avances en los últimos años en la región, tiene una ventaja trabajando con los taxistas latinoamericanos y ha estado implementando medidas de salud como barreras plásticas para mantener a su clientela.
Uber ha respondido compitiendo para unirse a las filas de taxis de América Latina, anunciando un servicio en Chile en junio, después de que los confinamientos detuvieran a sus conductores allí, así como planes para lanzar taxis en Sao Paulo, el centro financiero de Brasil.
La compañía ya tiene un historial en este tipo de iniciativas. Ha ofrecido servicio de taxi en ciudades como Madrid, Tokio y Atenas, donde la regulación local ha dificultado su operación.
Actualmente también está considerando el lanzamiento de taxis en algunas partes de México donde las leyes locales no permiten el servicio de transporte privado por aplicaciones digitales, dijo a Reuters una persona con conocimiento del asunto.
"Estamos explorando diferentes opciones para seguir liderando la inclusión en la movilidad urbana en México y el resto de Latinoamérica", dijo un portavoz de Uber en México.
Dos taxistas en Colombia le dijeron a Reuters que se les habían acercado para firmar con Uber. Una portavoz de Uber en Colombia dijo, sin embargo, que no tenía planes inmediatos de ofrecer el servicio de taxi.
Un portavoz en Chile señaló que Uber había lanzado un servicio de taxi en Santiago y el puerto de Valparaíso en junio, después de que un piloto comenzó en 2018 en la ciudad sureña de Coyhaique.
JUNGLA DE ASFALTO
América Latina fue alguna vez un refugio para Uber frente a la dura competencia en Estados Unidos y las batallas regulatorias en Europa. Pero la región ha visto manifestaciones masivas de taxistas contra este tipo de transporte e incluso ataques contra conductores de Uber.
Uber opera en una zona legal gris en Chile, con pasajeros que a veces se hacen pasar por familiares o amigos del conductor para esquivar a la policía.
Las inspecciones más frecuentes durante la pandemia han hecho que tal subterfugio sea casi imposible. Mientras tanto, los taxistas, que tienen licencias especiales y verificación de antecedentes penales, aún pueden operar libremente.
El paso de Uber hacia los taxis puede indicar que "se ha dado cuenta de que necesita adoptar un enfoque localizado, mercado por mercado, en lugar de simplemente aplicar el mismo modelo en todas partes", dijo James Cordwell, un analista con sede en Londres de Atlantic Equities.
Hay mucho en juego tanto para Uber como para Didi, que han comenzado a alcanzar un techo en sus mercados domésticos, dijo Cordwell.
Uber quiere mostrar a los inversores que su modelo de negocio sigue siendo viable en la nueva normalidad de una pandemia mundial, mientras que Didi es objeto de persistentes rumores de una oferta pública inicial.
"Ambos miran a América Latina como una parte clave de su historia de crecimiento", dijo Cordwell.
Didi, que durante mucho tiempo se asoció con taxis en China y comenzó a ofrecer estos servicios poco después de ingresar a Chile y Colombia, dijo que el 50% de miembros de su plataforma en la capital chilena son taxistas, al igual que dos tercios de sus conductores en Bogotá y Medellín, Colombia.
Un portavoz informó que ha comenzado a reclutar taxistas y choferes mientras se prepara para lanzar en La Plata, Argentina, su primera incursión en el país sudamericano.
"Las cuarentenas totales resultantes de la crisis de salud presentaron un desafío de movilidad en nuestras ciudades en Chile y Colombia", dijo Didi en un comunicado.
"Didi registró un aumento significativo no solo en la demanda del servicio, sino también en el registro de socios de taxi en ambos países".
Para los conductores de taxi, es probable que la reputación desempeñe un papel en la decisión sobre con quién se asocian.
"Ya sabíamos que (en Didi) trabajaban con taxis en otros lugares. Uber tiene muy mala aceptación por la guerra que nos hizo al principio", dijo Guillermo, quien trabaja con Didi en Santiago.
El taxista de 34 años dijo que existe la percepción de que Uber abrazó a los taxis por necesidad durante la pandemia, pero que no está comprometido para asociarse a largo plazo.
Didi, que perfeccionó su libro de estrategias para el coronavirus en China, dijo que ha instalado más de 800 barreras de plástico en los taxis chilenos en un intento por reducir el riesgo de transmisión de la enfermedad que causa el nuevo virus entre pasajeros y conductores.
También distribuyó mascarillas, gel antibacterial y otros suministros a los taxistas y realizó más de 2.000 limpiezas de vehículos en Santiago, agregó Didi.
En un comunicado que anuncia sus planes de lanzar taxis en Brasil, Uber dijo que se requerirá que todos los conductores verifiquen el uso de mascarillas y que puedan solicitar el reembolso de los suministros, tales como protectores faciales y gel desinfectante para manos.
A medida que las nuevas empresas y los taxis construyen puentes, los que sufren más son los conductores de transporte, quienes luchan contra todo, desde paradas policiales en Santiago hasta una estricta cuarentena en Bogotá que redujo los viajes al mínimo.
"El trabajo ha disminuido cerca de un 40% frente a antes de la pandemia", dijo Guillermo Bravo, un taxista en Bogotá que, agregó, había sido invitado a formar parte de un nuevo servicio de taxi de Uber allí.
Bravo no cree que las aplicaciones digitales de transporte sean la respuesta durante la crisis económica provocada por el coronavirus. "La gente que no tiene carro prefiere montarse al bus para ahorrar plata", refirió.
(Reporte adicional de Nelson Bocanegra y Tina Bellon, traducido por Sharay Angulo, editado en español por Gabriela Donoso)