Cuando estoy de buen humor suelo escribir da manera estrafalaria como es el caso de este artículo. Tradear el número 26 en el intradiario me ha llenado de alegría. ¡Gracias 26, te lo debo a ti! ¡Apareciste justo! Y cuando me cruje el estómago siempre lo escucho y me vuelve a crujir lo de la semana pasada: largos en el 26. Nunca voy a traicionar a mi número de la buena suerte a pesar de que me viene pegando mal desde fines del año pasado y tampoco esperen fundamentos racionales, es a puro corazón y seguro que no va a ser fácil.
El viernes pasado, los papeles de la petrolera estatal argentina YPF (NYSE:YPF) cerraron en una dura jornada en Nueva York en 26,47 dólares, con el índice S&P bajo severa presión dado el rally de los bonos soberanos a 10 años. Estar largos en YPF en 26 es un romance de larga data. Reconozco que llevo este papel desde que valía 13 y es toda una novela, es un amor eterno pero a la vez una enorme alegría intradiaria. Recordemos que había quebrado en nivel de 27 dólares durante la semana.
De puro olfato, sigo con la sensación de que si el Petróleo Crudo se estabiliza en este nivel y hasta exhibe alguna recuperación en el segundo semestre del año con ajuste de inventarios, podemos ver al ADR de YPF hacer catch-up del formidable rally que vienen mostrando en los ADRs y bonos argentinos.
Cada día que pasa, estoy más convencido de estar largos en 26. Desde hace rato que se está incubando y muy anticipadamente la historia de la Argentina como una nueva perla potencial de emergentes y todavía ni activamos un mercado alcista de economía real, quizá esto ocurra en 2017 pero que el mercado comience a pricear probablemente en los próximos meses. No esperen racionalidad de mi parte en este caso, el 26 es puro corazón: tómelo o déjelo, y no esperen otra cosa que suma volatilidad por los próximos 18 meses. Esto no va a ser fácil.
Formidable reacción ha tenido el mercado ante el sólido dato del empleo en los Estados Unidos. El rendimiento de los U.S. 10-Años voló por el aire en la zona del 2,25%, el USD/EUR hizo un formidable rally contra casi toda moneda que le ha hecho frente y ha dejado KO al euro. Mientras tanto, el S&P absorbió el embate de un número de empleo que sigue reflejando una economía real que mejora pero a la vez sigue poniendo presión a las tasas y eso es enemigo de un mercado que lo único que sabe festejar es más emisión monetaria.
Mercados internacionales
Dame un mercado que tradea el largo plazo, y has encontrado un mercado que no existe. Todos los rendimientos de bonos a 10 años están colapsados y con ello un supuesto clave de la crisis que Janet Yellen se encargó de recordarle al mercado: los puts gratis de la Reserva Federal están para quedarse por muchísimo tiempo más. Viviremos en un mundo distorsionado, lleno de palomas, el tiempo de los halcones no ha llegado y no llegará por un plazo que a veces parece infinito. Esperar a un banco central a que suene hawkish es a esta altura un evento de bajísima probabilidad para el próximo lustro. Porque si bien se espera que la Fed en un futuro cercano le ponga presión a la parte corta de la curva subiendo su tasa de referencia, este aumento será en cámara lenta con una Fed que ha sido extremadamente cuidadosa en la forma que viene llevando su brillante transición desde el fin del QEIII.
Respecto al rendimiento de bonos, parecería quedar más claro que el escenario reflacionante de los últimos seis años sigue en pie a fuerza de bajos rendimientos y ahora generalizados en todos lados, por muchísimo tiempo más y eso es una excelente noticia para los mercados de acciones que tienen frente a ellos todavía un horizonte que parecería plantearse claramente reflacionante y alcista. En ese contexto, tengo la sensación de que hoy en día a fuerza de múltiples programas de estímulos, tasas de referencia negativas, curvas de rendimientos colapsadas y cuanto estímulo monetario quieran imaginarse, el mundo está operando un escenario en el que jugamos a que todo está bien destruyendo a cuanto bajista se cruce en el camino sustentados por una Reserva Federal y otros varios centrales alquímicos que no se quieren ni pueden ir de la escena, como principales impulsores en el precio de los activos financieros.
Cada día que observo claudicar a cuanto bajista intenta estar corto en el mercado me convenzo más de vivir en un mundo que a fuerza de estímulos monetarios (QEs), tasas negativas o cercanas a cero y puts gratis infinitos, se ha convencido de que todo está bien, auto-cumpliendo un equilibrio en el que nada pareciera preocupar a nadie. Parecería que esta crisis en vez enseñarnos sobre disciplina en el control de riesgo, nos ha dado la lección opuesta: parecería vislumbrarse una alquimia monetaria que nos dejó anestesiados en un equilibrio meramente reflacionante que da la sensación de ser eterno y a nadie le importa un bledo la inestabilidad intrínseca que esto podría generar a futuro. No digo nada nuevo con mencionar que el largo plazo no existe en los mercados financieros, que tienen una clara tendencia a extrapolar el presente al futuro y éste presente nos dice “seguí comprando, que los puts gratis de la Fed y muchos otros están para quedarse por un largo tiempo”.
Los mercados jamás tradean el largo plazo y esta miopía fue exacerbada con todas las distorsiones monetarias a la que tanto nos acostumbraron y que peligrosamente tomamos como un dato exógeno del mundo en el que vivimos.
Paradójicamente, vivir en anormalidad monetaria generó la sensación de normalidad estabilizante pero: ¿qué consecuencias tiene esto en los activos financieros? Parecería que Yellen sigue comprometida en ver al S&P y a la curva de bonos soberana de la mano, haciendo un rally juntos y ahora se le ha sumado cualquier banco central relevante en el planeta. Todos los bancos centrales reflacionando, todos los mercados obligados a seguir comprados ante un mundo que a 10 años con calidad de riesgo te ofrece retornos ridículos. El tiempo dirá si esto es estable, pero este entorno refuerza aún más al 26 como mi número de la buena suerte.