Argentina: El regreso de la deuda: ¿había otra opción?

Publicado 03.04.2017, 09:56 a.m

En la semana se conoció el resultado de la Balanza de Pagos del año 2016. La balanza de pagos registra todas las transacciones entre residentes y no residentes de un país; de este modo es el mejor documento para analizar la relación de un país con el resto del mundo. En él se registran tanto los movimientos comerciales como los financieros; dentro de los comerciales, todo aquello que tiene que ver con compra y venta (exportaciones e importaciones) de bienes y también de servicios (turismo, servicios profesionales, fletes, etc.).Dentro de los movimientos financieros se encuentran tanto la inversión extranjera como la colocación de títulos públicos en moneda extranjera y los préstamos acordados o cancelados con organismos multilaterales. Se registran las operaciones del sector público y del sector privado. Con respecto a la publicación del cuarto trimestre del 2016 que puso sobre la mesa los últimos números que faltaban para hacer un balance del año, el dato que más resonó en la prensa y entre la opinión pública especializada fue el incremento de la deuda externa. En concreto, la deuda externa total se incrementó desde los 170.414 millones de dólares a fines de 2015 hasta los 192.462 millones de dólares en 2016, lo que implica un crecimiento del 13% interanual. Sin embargo, la composición del crecimiento de la deuda no es homogénea: como era de esperar el principal driver del crecimiento de la deuda fue el endeudamiento público. El sector público no financiero junto al BCRA, aumentó su deuda en casi 26.000 millones de dólares, lo que implica un crecimiento del 25%.Mientras, el sector privado no financiero, redujo su deuda (mediante cancelaciones de anteriores obligaciones tomadas) por 4.300 millones de dólares, disminuyendo su pasivo externo en casi 7% interanual.

El incremento del 13%, pero principalmente el del 25% de la deuda pública en un solo año, puede ser interpretado con mucha preocupación. Las opiniones más extremistas señalan que el nuevo modelo ha virado desde el desendeudamiento que pregonaba el kirchnerismo hacia una nueva ola endeudadora y, en segundo lugar, que esta tasa de crecimiento de la deuda es insostenible desde el punto de vista macroeconómico.

Echemos un poco de luz respecto a ambas afirmaciones. El famoso modelo de desendeudamiento del kirchnerismo consistía básicamente en cancelar los vencimientos de deuda mediante el uso de las reservas internacionales acumuladas por el BCRA en los mejores años de términos de intercambio de la historia argentina y de un tipo de cambio ultra competitivo heredado de la crisis de 2002. Así, con precios internacionales para las exportaciones récords, un tipo de cambio alto, y cosechas que año a año se incrementaban como consecuencia de la expansión de la revolución del agro comenzada en los ´90, el Banco Central podía acumular reservas y transferírselas al gobierno central para cancelar deuda. Sin embargo, este modelo no era sostenible, como quedó demostrado cuando se extinguió el superávit comercial como consecuencia de las múltiples trabas y desincentivos al sector exportador que se aplicaron desde el comienzo de la gestión Kirchner, la pérdida de competitividad cambiaria por efecto de la inflación y la reversión parcial de los precios internacionales y los términos de intercambio. A su vez, las necesidades fiscales eran cubiertas en su gran mayoría con emisión monetaria, otro elemento que tenía poca vida en cuanto se decidiera combatir el proceso inflacionario. En el gráfico se observa que el desendeudamiento kirchnerista ya había encontrado su propio límite en 2013, aún durante la gestión de Cristina Fernández, a partir de cuándo el ratio de deuda pública y PBI comenzó nuevamente a crecer. Claro estaba que con la llegada de un nuevo gobierno que postulaba que las reservas del BCRA no debían ser usadas por el fisco para cancelar deudas (sino que éstas debían ser refinanciadas) y que el déficit público debía financiarse en el mercado y no mediante la emisión inflacionaria de pesos, la deuda crecería a una tasa mayor. Para evitarlo solo era posible suspender el pago de las obligaciones (debido a que las reservas del BCRA estaban llegando a un mínimo) y llevar a cabo un ajuste fiscal de shock que elimine en un solo año la brecha entre los ingresos y los gastos públicos. Ambas acciones impracticables en un país que debe reinsertarse en la economía global y evitar nuevas crisis macroeconómicas de relevancia ante la delicada situación social.

Evolución stock deuda externa pública

Con respecto a la tasa de crecimiento de la deuda pública, que pasó del 16% al 24% del PBI, no se espera que esta magnitud del incremento se repita año a año. En el 2016 además del crecimiento nominal de la deuda por 25.000 millones de dólares, influyó la reducción del PBI por efecto de la recesión y del salto discreto del tipo de cambio. Es decir, entre el año 2015 y 2016, el PBI en dólares de la Argentina cayó más de un 14% por efectos recesión y cambiario, combinados. Este factor es fundamental para explicar el aumento de la deuda en términos del PBI. Si bien la deuda continuará incrementándose (hasta tanto se logre el equilibrio fiscal), con la expansión del PBI proyectada para los próximos años y un tipo de cambio real estable, el ratio deuda/PBI continuará creciendo, pero de manera más lenta. Esto resta gravedad al salto de la deuda observado este año. Sin embargo, es imprescindible cerrar el déficit fiscal en el mediano plazo, más aun teniendo en cuenta que las condiciones financieras internacionales continuarán empeorando debido a la decisión de la Fed de subir las tasas.

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