El 2015 se encamina como el peor año para las materias primas desde la crisis financiera de 2008. La debilidad en el crecimiento de las economías emergentes, la fortaleza del dólar y una pésima disciplina por parte de los productores de commodities para ajustar su oferta en tiempo y forma, han sido factores determinantes que contribuyeron a la coyuntura actual.
Para el año entrante estos desafíos persisten y su intensificación o no, marcaran el destino del precio de las materias primas. A grandes rasgos podemos concluir que los commodities presentan excesos de oferta, no obstante cada subgrupo (energía, metales y agrícolas) muestra realidades diferentes en cuanto al ajuste realizado por parte de los productores, su demanda y su potencial de recuperación.
El precio del petróleo se debate en una “batalla” por la participación de mercado entre los Estados Unidos y la OPEP (siendo Arabia Saudita el principal actor). Adicionalmente, durante 2016, Irán podría incrementar su producción en 1 millón de barriles producto de la relajación de las sanciones económicas, prolongando así el escenario de sobre oferta que vimos durante el corriente año.
Los metales presentan un panorama complicado. China, el principal consumidor de metales a nivel mundial, está en un fuerte proceso de desaceleración de su economía. Por el lado de la oferta, los productores de mineral de hierro continúan agregando capacidad, difícil de digerir para una industria acerera que atraviesa una de las peores crisis de su historia. En el caso del cobre, si bien se han anunciado recortes en la producción por encima de las 700 mil toneladas, no creemos que esto sea suficiente para equilibrar un mercado que muestra los menores crecimientos de demanda de los últimos 6 años.
Luego de 4 campañas de un ininterrumpido crecimiento de inventarios en commodities agrícolas, esta tendencia comienza a ceder, principalmente en maíz. Sin embargo consideramos que esto no se traducirá en subas de precios sostenibles. La fuerte devaluación del real brasileño y una normalización del tipo de cambio argentino, mejora los términos de intercambio de los productores de esos países desalentando recortes en el área sembrada.
El 2016 presenta dificultades, y si bien es cierto que las caídas de precios desde los máximos históricos han sido relevantes, no se vislumbran argumentos que nos permitan estimar una recuperación sustentable en el corto plazo.