Los gobiernos mundiales han disparado sus niveles de endeudamiento para combatir la pandemia de coronavirus. La respuesta coordinada con los bancos centrales ha intentado evitar que se produzca una depresión económica como la que sucedió a finales de los años 20 del pasado siglo. Y aunque las medidas han sido consideradas necesarias, también han elevado el temor a que se produzca una crisis de deuda global.
¿Qué pasará con la deuda y los bonos? ¿Habrá un Big Bang, un Big Crush o se producirá un escenario de Mundo Feliz donde no habrá crisis? “Es evidente que la deuda total está aumentando a un ritmo más rápido que el crecimiento de la economía mundial, por lo que el apalancamiento general (en este caso la deuda en relación con la producción mundial) está aumentando“, explica Álvaro Cabeza, Country Manager de la gestora UBS AM para España y Portugal.
La deuda mundial marcó un nuevo máximo en 258 billones de dólares en el primer trimestre de 2020, lo que supone el 331% del PIB global. Álvaro Cabeza destaca que los bancos centrales necesitan mantener los tipos bajos, porque más deuda significa más gasto al servicio de la deuda, “lo que en sí mismo puede ser un obstáculo para el crecimiento”.
A medida que los niveles de deuda mundial han aumentado, no sólo la tendencia de los Fed Funds es a la baja, sino que cada pico en los tipos es más bajo que el anterior, explica el gestor de UBS (SIX:UBSG). Así, el Índice de Global Aggregate Bond (un universo de bonos globales muy amplio seguido por muchos inversores), ha reducido su rentabilidad hasta un mínimo histórico del 0,8%, cuando hace 20 años era del 5,6%.
Esta situación anticipa que los futuros rendimientos del mercado de bonos serán mínimos durante los próximos años (gran parte de los bonos soberanos ya ofrecen rentabilidades negativas). Esto conviene a los bancos centrales y a los gobiernos, pero “el punto clave para los inversores en bonos es que, si bien es probable que la rentabilidad sea más baja que en el pasado, los diferentes sectores ofrecerán características de riesgo-rentabilidad bastante diferentes a lo largo del tiempo“, afirma Álvaro Cabeza. Así, este experto anticipa tres posibles escenarios.
BIG CRUNCH
Si se produce un ‘Big Crunch’; los actuales niveles de crecimiento muy bajos, junto con el creciente endeudamiento, terminarían en una espiral de deflación de la deuda. “La baja inflación o incluso la deflación conduce a altos costes reales de la deuda, lo que hace que las empresas y los consumidores dejen de pagar los préstamos e hipotecas. Esto a su vez conllevaría una presión sobre el sector bancario, que conduciría a menos préstamos y más insolvencia. En este entorno, el efectivo y los bonos del Estado de alta calidad probablemente superarían al crédito”, argumenta Cabeza.
BIG BANG
Su segundo escenario sería que una expansión continua del gasto público podría conducir a un ‘Big Bang‘ en la inflación, que destruiría el valor de la deuda en términos reales, pero limitaría el valor de los ahorros. “Este escenario es poco probable, ya que predominan los efectos deflacionarios del Covid. El riesgo será mucho mayor si surgen limitaciones de capacidad en las economías en las que el gasto fiscal masivo genere un exceso de demanda que, en última instancia, hace subir los precios. A los títulos ligados a la inflación les podría ir relativamente bien en este caso”, afirma Cabeza.
MUNDO FELIZ
Como alternativa, añade, podríamos ver un escenario de ‘estabilidad’, el que los responsables políticos prefieren. “En este caso se invertirían las tendencias de los últimos 30 años; las tasas de crecimiento mundial superan la tasa de expansión de la deuda mundial, las tasas de crecimiento real se acelerarían y la inflación aumentaría, aunque no demasiado. Es perfectamente posible, pero marcaría una ruptura en algunas tendencias muy bien establecidas. Dicho esto, el crédito y los bonos de mercados emergentes serían probablemente los ganadores”, afirma.