Una de las principales noticias de esta semana fue la suspensión de Dilma de Rousseff de la Presidencia de Brasil, siendo reemplazada por su Vicepresidente, el opositor Michel Temer, quien fue uno de los principales impulsores del proceso de juicio político contra la primera mandataria, ahora aprobada y puesta en marcha por el Parlamento de la Nación. Esta semana, con una votación de 55 a 22, el Senado brasileño decidió apartar a Rousseff de su mandato por un período de 180 días, mientras se somete a juicio político, acusada de manipulación de las cuentas públicas.
Temer, perteneciente al partido PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), escindido de su alianza con el gobernante PT (OTC:PTGCY) (Partido de los Trabajadores), enfrenta ahora una durísima tarea en lo institucional y en lo económico, con escasa gobernabilidad, un liderazgo débil que debe aún construirse a sí mismo, y una población dividida y movilizada.
En lo económico, el presidente interino se ha propuesto quizás más de lo que pueda lograr en sus escasos 6 meses de gobierno: el desafío más inmediato es el vicioso estado de las cuentas públicas; el creciente déficit fiscal del Estado brasileño se ha alimentado de deuda pública indexada a la tasa de interés de referencia Selic, puesta en alza por el Banco Central de Brasil para atacar la creciente inflación. Esto ha generado un incremento preocupante en el déficit público, que desde 2012 pasó de 2,3% a 10,5% del PIB, fenómeno exacerbado por una recesión de -3,8% del PIB en 2015.
En lo inmediato, la turbulencia económica y política del principal socio comercial de Argentina y de toda la región no presenta buenas noticias. Fundamentalmente porque Brasil es el principal comprador de la industria argentina. Esto es especialmente evidente en la industria automotriz, siendo que es el destino de más del 80% de la producción nacional; pero continúa siendo igualmente relevante para toda la industria. Dentro de todas las manufacturas de origen industrial (MOI), Brasil sigue siendo el destino de un 40% de ellas, y de 20% de las manufacturas totales, en ambos casos por encima de cualquier otro socio comercial.
Esta estrecha relación entre ambos países se ve en la evolución conjunta del Índice de Actividad que elabora el Banco Central de Brasil y del volumen de exportaciones MOI de la Argentina. Las cantidades exportadas siguen de cerca la dinámica de la actividad brasileña, y responden muy fuertemente a sus movimientos, en más de 2 puntos por cada punto de variación anual de la actividad.
La incidencia de Brasil en las exportaciones industriales relacionadas al complejo agropecuario (MOA), sin embargo, es considerablemente menor (el principal destino es la Unión Europea); durante el primer trimestre del presente año, después de la unificación del mercado cambiario, devaluación, y quita de impuestos, el desempeño de las MOA repuntó fuertemente, expandiéndose un 43% interanual en volumen exportado. Lo mismo sucede con las exportaciones primarias, que se incrementaron en 63%, fundamentalmente por el desempeño de oleaginosas y cereales.
Por el presente año y posiblemente durante gran parte de 2017, Brasil no traccionará a la Argentina hacia adelante, por el contrario, presenta uno de los principales vientos en contra a enfrentar durante este reordenamiento político y económico regional. Las señales de actividad argentina fueron en este primer trimestre mixtas: el consumo fue el que vio mayores caídas, tanto en los supermercados como en shoppings y negocios minoristas, de la mano de un salario real que retrocedió algunos escalones hasta el nivel de 2007; la importación de insumos y bienes de capital, sin embargo, repuntó considerablemente desde la eliminación de restricciones cambiarias, lo que podría dar un empuje a la producción.
Si bien la inversión (pública y privada) parece ser la apuesta del gobierno, lo cierto es que ambas demoran en mostrar señales fuertes, por lo que el comercio exterior parece ser el dinamizador en el corto plazo. En tal sentido, con Brasil atravesando una recesión de semejante magnitud, el dinamismo exportador posiblemente continúe pasando por el sector primario y por las manufacturas que tienen relación directa con él, en detrimento del sector industrial.