(Por Claudia Morales)
Es difícil creer que un independiente Reino Unido estaría mejor económicamente. Como todas las relaciones, los quiebres se traducen en dolorosos efectos, tanto para quienes toman la decisión como para quienes la reciben. En este caso, quienes deciden son los votantes del Reino Unido, que a mediados de junio se enfrentarán a un referéndum en el que deberán responder si deberían seguir siendo parte de la Unión Europea o no. La membrecía, que nació post Segunda Guerra Mundial, parece tener a los votantes considerablemente polarizados, por lo que el resultado de la consulta ya se adelanta bastante estrecho.
Si bien aún hay tiempo antes de los comicios, los mercados frecuentemente se adelantan a los resultados y ya al menos la incertidumbre ha estado teniendo impactos. Por nombrar alguno, el 22 de febrero la Libra cayó a un mínimo de siete años frente al dólar, después de que el alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, saliera a dar su apoyo de la opción de “Salir”.
En BlackRock (NYSE:BLK) analizamos las consecuencias de que un resultado “Salir” se haga efectivo y lo que éste podría significar. A continuación, algunas de estas reflexiones.
Por un lado, en el corto plazo la incertidumbre para el Reino Unido podría traducirse tanto en un deterioro de la inversión como del crecimiento, con volatilidad en los mercados y la consecuente mayor presión sobre las calificaciones de su deuda soberana. Y aunque no son efectos menores, creemos que las implicancias más significativas se sentirían con mayor fuerza en el largo plazo.
Se nos hace difícil creer que un independiente Reino Unido estaría mejor económicamente, salvo que tuviese un gran aumento de la productividad o un tipo de cambio mucho más bajo, factores que no están garantizados. En el escenario negativo, podríamos presenciar un círculo vicioso de debilidad de la moneda, detención brusca de las entradas de capital y un fuerte deterioro de la confianza del mercado. Esto, a su vez, podría significar un aumento en las tasas de interés para evitar un sobrecalentamiento del tipo de cambio. Con ello, habría que agregar que el efecto en la creación de empleo sería bastante severo.
Por otro lado, la Unión Europea también podría verse afectada. No sólo perdería un centro financiero global y el fácil acceso a los mercados mundiales, sino que además perdería al tercer contribuyente neto de su presupuesto. Un escenario nada alentador.
Así, si usted tuviese que ir a sufragar, ¿qué opción elegiría?