La percepción de que el Banco Central seguiría subiendo su tasa de interés toma cada vez más fuerza. Fue sugerido en su último comunicado, lo han dicho sus consejeros y varios elementos presionan el alza: la mayor inflación esperada para el corto plazo, la probable alza de tasa por parte de la Fed, y la reciente depreciación del peso chileno, que de mantenerse presionaría a la inflación transable.
El único (y gran) problema es que la actividad económica, que avanza a ritmo lento y no tan seguro, recibe golpes negativos ante cada alza de la TPM, al encarecerse el costo del crédito, desincentivando las decisiones de inversión y consumo.
La expectativa de alzas en la TPM presiona también a las tasas largas, efecto al que se suma la fuerte emisión fiscal del año 2016, que puede alcanzar hasta USD$9.500 mn de acuerdo a la ley de presupuestos que se encuentra ad-portas de su aprobación.
Por lo tanto, existen presiones al alza en las tasas, situación no deseable dado el bajo ritmo actual y esperado de crecimiento económico. El Banco Central poco puede hacer dado su mandato de mantener la inflación esperada controlada, pero aquí Hacienda puede darle una mano.
El Presupuesto 2016 no explícita en qué moneda será la emisión fiscal, por lo que el fisco puede aprovechar la depreciada situación del peso chileno para recaudar mayores montos afuera. Si bien el CDS chileno ha sido castigado en el último tiempo, principalmente por las peores perspectivas sobre China, las emisiones externas de los últimos dos años han demostrado el fuerte apetito extranjero por deuda soberana chilena. Si Hacienda decide emitir un monto relevante afuera, se puede disminuir la presión sobre las tasas largas logrando un doble objetivo: controlar la inflación, pero sin afectar en gran medida a la inversión.